jueves, 26 de junio de 2014

La noche de san Juan

Un poema (y un comentario) que cada cual puede interpretar a su manera. 
Autor: Antonio Bravo

  

Ahora estáis en verso la Noche de San Juan,
un ágora de amigos disfruta de manjares
sencillos y bebidas que a la amistad anudan,
en su fuego crepitan estrellas sobre olas.

En el aire palabras que hablan de su ciudad,
de la ópera y arte, de versos y de libros,
de viajes y experiencias, de impuestos que rebajan
aquí siempre al revés, del pan de cada día.

Alguien que se introduce en la espuma de sal
y que lleva una rosa, quince pétalos rojos
que desprendidos surcan por las mágicas aguas,
en la playa hay un ruego al desnudo horizonte.

Hogueras encendidas, y al límite del mar
amigos,  sombra y fuego, en Noche de San Juan.






Soneto de estructura inglesa: tres cuartetos y un pareado, y en lugar del endecasílabo tradicional son versos alejandrinos, 7 más 7. Rima original, asonante solo el primer verso de cada cuarteto y en el pareado en vocal /a/ y acentuada por lo que los hemistiquios con rima son de 6 sílabas.

El tema es obvio que se trata de una cena informal de un grupo de amigos en una playa la noche de San Juan.

Es un poema realista descriptivo, de la poesía de la experiencia, vocabulario totalmente inteligible y ajeno a cualquier tipo de hermetismo, pero no exento de lirismo y simbolismo, en especial en el tercer cuarteto, la rosa y los pétalos como símbolo de la amistad, de hecho el término “amigos” se repite al principio y al final del texto.
Ya desde el primer verso se nos habla de la Noche de San Juán que volverá a repetirse en la última línea enfatizando la fecha que se conmemora y se canta. En el primer cuarteto se nos expone el lugar y el tiempo, junto al mar “estrellas sobre olas”; es decir, es de noche, la noche de los fuegos, el campo semántico referido a este hecho es constante: “ estrellas, fuego (2), crepitan, noche, encendidas, hogueras, rojo”, es de destacar también el campo semántico referido al océano (mar, aguas, olas, playa, desnudo horizonte, límite del mar, espuma, sal…), y un contexto culto: (ágora, ópera, arte, versos, libros, viajes…) polisemia que enfatiza el encuentro de los amigos cultos junto al mar y el fuego.



En el segundo cuarteto se desarrolla el tema de la amistad al compartirse la comida sencilla y la bebida, y la conversación amena. La comida y la bebida como símbolos que “anudan” a las personas; el adjetivo “sencillos” resalta el hecho de que para los amigos lo importante no es comer ni beber, sino compartir los manjares sencillos. (En términos religiosos, la Eucaristía no significa otra cosa que compartir comida y bebida con unos mismos sentimientos religiosos entre los fieles). Es de resaltar que se trata de un grupo de amigos, “ágora”, se apunta al principio, significa plaza, que es el punto de encuentro de las personas, y que aquí se utiliza como metáfora de la amistad; es una connotación clásica y culta (Agora-ben es el nombre de la asociación en la que se aúnan estas personas) que se pondrá de relieve al hablar de ópera, arte, poesía, libros, viajes, pero también de las cosas que preocupan a la gente en nuestros días, de ahí que se hable del “pan de cada día” y de la actual alusión a los impuestos, que con acertada ironía se dice que acaban pagando los mismos de siempre, “siempre al revés”. En solo cuatro versos se exponen todos los temas que se han hablado a lo largo de la noche (y de los que se ha tratado a lo largo de nuestros constantes encuentros).

El tercer cuarteto, como ya se ha apuntado, es el más poético. La perífrasis metafórica “la espuma de sal” alude evidentemente al mar, La rosa que alguien lleva hasta las olas es todo un símbolo del amor de amigos, los “quince pétalos” metáfora de las quince personas del grupo, el epíteto “rojo” aquí tiene la connotación asociada al fuego de la noche, igual que “mágicas aguas” que se relaciona con el espíritu de encantamiento de esta noche más cantada y celebrada por sus connotaciones misteriosas del día y la noche. El “desnudo horizonte” es otra metáfora que se puede interpretar como el mar infinito, o el cielo sin límites, o el ruego a una divinidad (para los creyentes sería Dios) al que se encomienda una súplica.

El pareado final recoge el tema y el sentir de lo expuesto anteriormente: El gozo mágico entre amigos la Noche de San Juan en una playa con hogueras. La antítesis de “sombra” y “fuego” realza de alguna manera la vida del hombre que se desarrolla entre luces y sombras. El ritmo de estos dos versos finales con rima asonante y acentuada  tiene un algo de danza fácil, popular, como los bailes y canciones en torno a las hogueras.

Si se lee dos veces (o 20), el soneto cobra mayor relevancia y cada cual puede encontrar nuevas sugerencias e interpretaciones que es lo que al fin y al cabo se pretende, que cada uno haga su propia lectura. Sin olvidar nunca que el eje central es la amistad.
No preocuparse de la rima, pero sí del acento, es lo más importante en la poesía; cuando se recite este soneto en verso alejandrino (aunque sea en voz baja) dividir los versos en dos partes (hemistiquios), y se verá el ritmo. Cuidado también con los encabalgamientos, es decir, a veces no se puede detener uno al final de un verso pues sigue el sentido gramatical y semántico en el verso siguiente y así se aligera la “pesadez” de la narración.

En fin, unos consejos para aprovechar mejor la lectura o para introducir mayor confusión, que todo es posible. 



domingo, 22 de junio de 2014

Tereo, Procne y Filomela o la parte perversa del corazón humano.



Francisco Amillo


Todo empezó cuando leí que la cantante china Dilber Yunus, una soprano de coloratura, había sido denominada la "Filomena de China", en referencia a la hija del mítico rey Pandión de Atenas, que se convirtió en un ruiseñor. Una búsqueda en el diccionario RAE me hizo conocer que filomena o filomela son palabras que se suelen utilizar a veces en poesía para designan al ruiseñor...




Dilber Yunus: Son Vergin Vezzosa


Pensando que el mito trataría de canciones y ruiseñores, del lado amable de la vida, busqué el relato mitológico. Cuando se trata de transformaciones como en este caso, una mujer convertida en ruiseñor, lo mejor es acudir a la Metamorfosis de Ovidio, obra de la que ya he hablado antes en este blog. También el Pseudo Apolodoro escribió sobre este mito y difiere en algunos detalles de Ovidio. Pero yo seguiré al gran escritor romano porque su relato es el más completo y elaborado.

En su libro VI encontré la historia de las dos hijas de Pandión, rey de Atenas. La mayor, Procne, estaba casada con Tereo, rey de Tracia. Se trató de un matrimonio de conveniencia. Atenas había sido atacada por "tropas bárbaras" según Ovidio, aunque otras versiones dicen que eran de Tebas. Por suerte para los atenienses "el tracio Tereo a ellas con sus auxiliares y armas había dispersado" con lo que ganó fama de héroe valeroso y aguerrido. Pandión, agradecido, entregó en matrimonio a su hija mayor, Procne, al nuevo héroe, al rey tracio.



1 Elizabeth Jane Gardner (1837-1922): "Filomela y Procne", óleo sobre lienzo. La autora  refleja el lado alegre del mito, la felicidad de las dos hermanas, antes del matrimonio de Procne.

Según Ovidio fue un matrimonio que no contó con la bendición de los dioses matrimoniales es decir de Juno, protectora de la mujer casada, y de las Gracias, relacionadas con la fertilidad. Pero sobre todo faltó Himeneo, cuya antorcha ardía en los matrimonios. Esta última ausencia era la más grave porque si Himeneo no acudía a un matrimonio, esa unión sería desastrosa. 



2 Pedro Pablo Rubens: "El jardín del amor", 1630. Óleo sobre lienzo de 198 cm × 283 cm. Museo del Prado. Pintado poco después del matrimonio con su segunda esposa Elena Fourment. Fiesta celebrada en la casa de Rubens, con un jardín idealizado. En la fuente Juno, protectora del matrimonio, lanza agua por sus pechos, símbolos de la fertilidad. A su lado las Tres Gracias, protectoras del matrimonio. En el centro, arriba, Himeneo  porta la antorcha nupcial y a la izquierda la pareja (Rubens y Elena) baila bajo la protección de Cupido, el Amor. 


Para desgracia de Procne, en lugar de Himeneo acudieron las tres Erinias o Furias, las terribles diosas de la venganza que se encarnizaban con los que habían cometido algún delito. Se las representaba como genios femeninos con serpientes enroscadas en sus cabellos, portando látigos y antorchas. Tanto pavor inspiraban que a menudo no se las denominaba por su verdadero nombre, sino por el de "las Euménides", y así lo hace Ovidio:
"Las Euménides sostuvieron esas antorchas, de un funeral robadas, las Euménides tendieron el diván y sobre su techo se recostó, profano, un búho, y del tálamo en el culmen se sentó. Con esta ave uniéronse Procne y Tereo, y padres con esa ave fueron."
El búho, ave nocturna, era un mal agüero y su presencia prefiguraba el final que les esperaba. Bajo él engendraron un hijo que al nacer recibió el nombre de Itis. 



3 Grabado del año 1581 para una edición del libro VI de Ovidio. Las Erinias o Furias, con cabellos de serpientes y antorchas robadas de un funeral asisten, a la consumación del matrimonio de Tereo y Procne. Arriba el búho, animal que daba mala suerte, avisaba del triste final de Itis, el hijo engendrado esa noche.

Durante cinco años la vida de esta joven familia transcurrió bajo el signo de una tranquila monotonía, sin nada que alterara sus cotidianos quehaceres. Aparentemente eran felices y nada hacía presagiar el horrible destino que les acechaba. 
Ajena a él, Procne cuidaba a su hijo, pero se sentía un poco sola y triste en aquella ruda Tracia, tierra de pastores curtidos en la soledad de ásperas montañas. ¡Qué distinta de Atenas, su culta, refinada y agradable ciudad natal, donde el arte de la conversación enriquecía mentes y corazones!
Añoraba sobre todo a su hermana Filomela. ¡Cuantas veces mutuamente se habían consolado, cuántas secretas confidencias habían intercambiado! ¡Que hermoso sería compartir con ella sus nuevos sentimientos de madre y esposa! ¡Qué placer enterarse de las novedades de Atenas, rica en artistas, dramaturgos y pensadores!

Durante mucho tiempo guardó esos pensamientos en lo más profundo de su corazón. Hasta que un día, la pena desbordó y se decidió a hablar con su esposo: "Si de verdad me quieres permíteme que vaya a Atenas a ver a mi hermana o si eso no es posible ve a buscarla y dile a mi padre que te la llevas por un corto espacio de tiempo. Ese sería el regalo más grande que hacerme podrías".

Tereo estimó más conveniente la segunda opción así que mandó preparar las naves y a remo y vela, sin perder nunca de vista el litoral, navegó hasta el Pireo, el puerto de Atenas. 



4 Dibujo de una nave de guerra griega en una cerámica. Se propulsaban a vela y remo y solían estar pintadas de vivos colores, sobre todo en la proa. 

Su suegro recibió efusivamente a Tereo, contento de tener noticias de su amada hija. Y mientras le refería el motivo de su visita "he aquí que llega Filomela, en gran pompa rica, pero  más rica en hermosura". Tan radiante y hermosa se presentó ante sus ojos que, al instante, un voraz fuego prendió en lo más profundo de su ser. Según Ovidio fue debido a "su innata lujuria [...] inclinada la raza de las regiones aquellas a Venus; arde por el vicio de su raza y el suyo propio."

Su suegro le hablaba pero él no oía sus palabras. Su mente cavilaba si sobornar con regalos a toda la corte de Filomela "y todo su reino dilapidar, o raptarla y con salvaje guerra raptada defenderla". Su ardiente lujuria era incontenible: "y nada hay que, cautivado por ese desenfrenado amor, no osara, y su pecho no abarca las llamas en él encerradas."
Pero estas dudas no duraron mucho y finalmente se impuso su carácter de avariento pastor tracio, decidido siempre a utilizar la astucia y el engaño. Descartó arruinarse con dádivas o enzarzarse en una costosa guerra. Fingió ser un complaciente esposo, sólo movido por la felicidad de Procne. "Y ya las demoras mal lleva y con deseosa boca se vuelve  a los encargos de Procne y hace sus votos por ella.  Elocuente lo hacía el amor, y cuantas veces rogaba  más allá de lo justo, que Procne así lo quería decía.  Añadió también lágrimas, como si las hubiese encargado también a ellas.

Y engañó a todos. Filomela ardía en deseos de ver a su hermana y rogaba encarecidamente a su padre, con abrazos y súplicas, que le permitiera ir a Tracia. Eso estimuló aún más la lujuria de Tereo. Sus ojos recorrían su hermoso cuerpo y deseaba su boca, su cuello, sus brazos, convertidos en "estímulos y antorchas y cebo de su furor y cuantas veces se abraza ella a su padre, ser su padre quisiera, pues no menos impío sería." Pero supo contenerse y, como hábil cazador, esperó el momento oportuno para cobrar su pieza.

Mientras, Pandión reaccionó como padre cariñoso y cedió a las insistentes súplicas de su hija, pensado en la alegría de las dos hermanas. "Vence al genitor la súplica de ambas: se goza y le da  ella al padre las gracias, y que ha salido bien para las dos  esto cree la infeliz, que será lúgubre para las dos."

Esa noche poco durmieron. Pandión por la pena de verse privado de Filomela, ésta por la impaciencia de ver a su hermana y Tereo porque le consumía su apetito sexual y su imaginación se desbocaba: "en ella arde, y recordando su faz y movimientos y manos cuales las quiere imagina las cosas que todavía no ha visto y los fuegos suyos él mismo nutre, mientras esa inquietud le aleja el sopor."

Al día siguiente llegó el momento de partir hacia Tracia. Pandión apartó de su mente un negro presagio que la recorría y encomendó su hija a Tereo diciéndole: "
"Puesto que un pío motivo, querido yerno, me fuerza a ello, como quisieron ambas, y también tú, Tereo, has querido, la pongo en tus manos, y, suplicándote por tu lealtad y el parentesco que nos une, te pido por los dioses que la protejas con el amor de un padre, y que me devuelvas en cuanto puedas este dulce consuelo de mi vejez: toda demora nos resultará larga".

Y después se dirigió a Filomela:
"También tu, en cuanto puedas (bastante es que ya esté lejos tu hermana), si hay algo de filial cariño, vuelve a mi lado, Filomela. Esto encargaba, y a la vez daba besos a su hija, y en medio de estos encargos caían de sus ojos lágrimas suaves."

Y así, acompañados por las lágrimas de Pandión, la alegre Filomela y el lujurioso Tereo embarcaron en la nave tracia. Pero cuando su  pintada quilla abandonó Atenas, Tereo cantó victoria y durante todo el viaje no apartó sus ojos de Filomela, imaginando y saboreando de antemano los placeres que pronto gozaría. 
Por eso nada más desembarcar, en vez de llevarla a su palacio la engañó y la encerró en un lejano establo, perdido en el bosque: "y allí, pálida y temblorosa, todo temiendo  y ya con lágrimas dónde esté su hermana preguntando, la encerró." No se sintió conmovido por su estupor, súplicas  y lágrimas ni sintió respeto por su virginidad. Sólo sentía el inmenso fuego de su lascivia y la violó repetidamente.   



 5 Grabado renacentista ilustrando la violación y reclusión de Filomela por Tereo.

Cuando por fin el cansancio venció a su violador, Filomela se sentía aún llena de miedo, como un cordero que ha sido herido por las fauces del lobo y no sabe cuando volverá a recibir una nueva dentellada. Luego, cuando el dolor remitió y volvió en sí, se vio ensangrentada por los golpes, con su hermoso vestido desgarrado, sus cabellos revueltos y sobre todo humillada, sucia... y enfurecida. 
Un furor que fue creciendo y estalló violentamente: "Bárbaro cruel, que no has atendido los encargos de un padre, ni los deseos de una esposa, ni mi virginidad, ni las matrimoniales leyes.  Todo lo has trastocado y me has convertido en rival de mi hermana y  tú en doble esposo. Me has tratado peor que a un enemigo cuando éramos de la misma familia. Espero que los dioses castiguen tu horrible crimen y yo, venciendo mi vergüenza y repugnancia, pregonaré a los cuatro vientos tu criminal conducta."

Tantos y tan fuertes fueron los gritos de Filomela que Tereo temió que alguno los oyese a pesar de los gruesos muros de su encierro. Sacó su espada y se dirigió hacia su cuñada. Ésta creyó que su muerte era inminente y sintió alivio pues le parecía un destino mejor que el de estar marcada por la ignominia para el resto de sus días. Invocó el nombre de su padre y en ese momento Tereo le agarró la legua, se la cortó con la espada y la arrojó al suelo. "La lengua yace en la tierra negra, a la que habla en susurros en medio de temblores, y,  como suele agitarse la cola de una mutilada culebra,  palpita, y busca en su agonía las huellas  de su dueña."

Tereo volvió junto a su esposa y le contó que no pudo cumplir su encargo porque Filomela había muerto: "mas él da unos gemidos fingidos y narra unos inventados funerales y sus lágrimas hicieron el crédito."
Procne sintió un dolor muy intenso. Rasgó sus vestiduras adornadas de reluciente oro y se cubrió de áspero vestido  negro. Encargó un monumento funerario, contrató plañideras que la llorasen  y ofreció sacrificios a los dioses manes, entre los que, pensaba, estaba su hermana.

Tereo en cambio no sintió ningún remordimiento. Es más, según Ovidio, después "de esta fechoría -apenas me atrevería a creerlo- se cuenta  que a menudo por su lujuria volvió a buscar el lacerado cuerpo" de Filomela.

¿Qué hacía Filomela? La huida le resultaba imposible. Siempre había un guardián en la puerta y los muros de los establos estaban tallados en sólida roca. Tampoco podía pedir ayuda porque la habían convertido en muda. Pero la necesidad aguza el ingenio y al fin, pasado un año de encierro, encontró una solución. 
Como todas las mujeres griegas era una experta tejedora y en su encierro le habían dejado un telar. Entonces confeccinó una tela con hilos blancos y con hilo rojo contó, bordada, su desgraciada historia. Al finalizar dobló cuidadosamente su tejido y lo entregó a una de las criadas que la atendían diciéndole con gestos y escritura que llevase ese obsequio a Procne. "Ella lo rogado  llevó hasta Procne: no sabe qué entrega en ello."

Al desenrollar el tejido y entender su mensaje Procne quedó aturdida. Fue un milagro que pudiera callar pero reprimió las terriblemente indignadas palabras que pugnaban por salir de su boca. Y en vez de lamentarse y llorar empezó a planear cómo libertaría a su hermana y qué venganza tomaría contra Tereo.

Aprovechó que se celebraban las bacanales, o sea las fiestas y sacrificios trienales en honor a Baco, Dionisos en griego, dios del vino. Las sacerdotisas organizadoras de la ceremonia se llamaban bacantes y era una fiesta en la que sobre todo participaban mujeres. Durante esos días, mejor dicho durante esas noches, las mujeres, bajo los efectos del licor de Baco, se lanzaban a un frenesí de danzas y desinhibición sexual. Para facilitar esta actitud libre solían disfrazarse parcialmente.



6 Ménade bailando. Copia romana de un relieve griego de fines del s. V a. C. Museo del Prado, Madrid. En una mano lleva el tirso o bastón y en la otra un trozo del animal sacrificado a Baco-Dionisos. El vino corría sin mesura en estas celebraciones y el comportamiento femenino era más libre de lo habitual

Noche, disfraces y el anonimato de una multitud. He ahí los tres ingredientes que facilitarían los planes de Procne: "de noche de su casa salió la reina y para los ritos del dios se equipa y coge de furia unas armas.  Con vid la cabeza se cubre, de su costado siniestro vellones  de ciervo penden, en su hombro una leve asta descansa. Precipitándose por las espesuras, de la multitud acompañada de las suyas,  terrible Procne, y por las furias agitada del dolor, Baco, las tuyas simula."

Y así pudo llegar sin que nadie la reconociese hasta los establos donde estaba encerrada Filomela. La liberó y la disfrazó también de bacante, tapando su rostro con hojas de hiedra. Huyeron caminando entre la multitud bailando y cantando el "Euhoé Ebán" que significa "Buen Hijo", el nombre que Júpiter había dado a Baco. Y llegaron a palacio, a los aposentos de Procne.



7 Tiziano: La Bacanal de los andrios, 1523-26. Óleo sobre lienzo de 175 × 193 cm. Museo del Prado. El colorido inigualable de la escuela veneciana al servicio de un tema clásico. Baco trajo el vino a la isla de Andros y al fondo vemos la nave en la que regresa a su morada. El vino aparece en el centro del cuadro en un jarrón de vidrio veneciano. Describe los efectos del vino: unos duermen, otros danzan, otros conversan animadamente... Las actitudes de las mujeres son libres, desenfadadas, como corresponde a la desinhibición que provoca el vino. Se ha dicho que la mujer que conversa recostada en el centro es Violante, la amante del pintor ya que  en su escote está su firma. A su lado, en una partitura, se lee: «Quien bebe y no vuelve a beber, no sabe lo que es beber» 

En palacio se quitaron los disfraces y Procne vio la cara horrorizada y avergonzada de su desgraciada hermana. Quiso abrazarla pero algo se interpuso en ese abrazo: de repente la sintió como su rival, la que la había deshonrado con su esposo. Su hermana no podía hablar, tenía los ojos fijos en el suelo. Por señas intentaba explicarle, poniendo a los dioses por testigos, que le había inferido aquella deshonra a la fuerza, contra su voluntad. Finalmente ambas se abrazaron llorando.

La ira de Procne no remitió. "Esto no se arregla con lágrimas sino con hierro" dijo. Y comenzó a urdir su venganza. Primero pensó incendiar el palacio y arrojar a Tereo a las llamas. Luego maquinó sacarle los ojos y cortarle la lengua y los miembros, tal como él había hecho a Filomela. Después matarlo con su espada, después...

No hubo después. En ese momento entró su hijo Itis. El niño la abrazó cariñosamente y al contacto de sus delicados bracitos una suave sensación recorrió su cuerpo, hasta ese momento campo de amargura. Las lágrimas desbordaron por sus ojos, rebosantes de amor a su niño. 
Pero esa sensación duró poco. Vio el rostro de su hermana y miró al niño: «Ah, cuán eres parecido a tu padre», dijo. Y al instante supo lo que iba a hacer.
Llevó al niño a una zona apartada de palacio. Algo extraño debió notar éste, pues tendió sus brazos a Procne diciendo "madre, madre". Y ella le clavó una espada en el costado y Filomela le cortó la garganta. 

Ovidio narra así esta macabra escena:
"No hay demora, coge a Itis, igual que del Ganges una tigresa  la cría lactante de una cierva por las espesuras opacas,  y cuando de la casa alta una parte alcanzaron remota  a él, tendiéndole sus manos y ya sus hados viendo  y «madre, madre» clamando y su cuello buscando, a espada hiere Procne, por donde al costado el pecho se une  [...] La garganta a hierro Filomela le tajó, y vivos aún y de aliento algo reteniendo sus miembros  le despedazan."



8 Procne y Filomela dan muerte a Itis. Dibujo de un kylis griego.

Muerto el niño, trocearon su cuerpo. Hirvieron en calderos una parte de sus miembros y otra la asaron. Y a la hora de la cena engañaron a Tereo para que se quedase solo y se las comiese. Le dijeron que iban a servirle carne de los animales sacrificados a Baco y que sólo él podía consumirla. Su séquito abandonó la sala y quedaron solos los esposos. El rey de Tracia comió con buen apetito y quedó muy satisfecho. Tanto que le apeteció jugar con su hijo. "Tráeme a Itis", dijo a su esposa.
Procne quiso saborear su venganza:
"Disimular no puede sus crueles goces Procne, y ya deseosa de erigirse en mensajera de su propia calamidad: «Dentro tienes a quien reclamas», dice. Alrededor mira él y ¿dónde está? pregunta mientras lo busca y de nuevo lo llama".

Entonces vio a Filomela llevando la cabeza de Itis y entendió todo: ¡había comido a su hijo! Se sintió terriblemente mal. Deseó poder abrirse las entrañas y sacar a su hijo de ellas. Lloraba y "a sí mismo se llama pira desgraciada de su nacido". 



9 Pedro Pablo Rubens: El banquete de Tereo, año 1636-7. Óleo sobre lienzo de 195 x 266 cm. Museo del Prado. Filomela sostiene la cabeza de Itis y Procne lleva el tirso de las bacantes, aludiendo a la estratagema utilizada. El barroquismo del siglo XVII se observa en el movimiento a través de las grandes diagonales de los personajes y los ropajes, la gesticulación exagerada de los protagonistas y la fuerte expresión de sus sentimientos. La suntuosidad típica de Rubens está en el marco arquitectónico y en los objetos volcados por el suelo. El desnudo femenino es también típico de este autor.


Tereo pasó del llanto a la furia incontenible. Sacó su espada y persiguió a las dos hermanas dispuesto a matarlas. Se inició una rapidísima carrera que nunca concluyó: los dioses, cansados de tanto horror, convirtieron a una en golondrina y a la otra en ruiseñor mientras que a Tereo lo transformaron en abubilla.

Está claro que los dioses no consideraron culpables a las mujeres y las salvaron de una muerte cierta. Tereo sí que fue castigado, al ser considerado responsable de toda la cadena de acontecimientos. Su conversión en abubilla era humillante: es un ave que huele mal y su cresta es un mal remedo de la espada de un soldado. Ovidio no dice cual de las dos hermanas se convirtió en ruiseñor pero en la tradición occidental se suele indicar que fue Filomela porque al haber perdido su voz, obtuvo en compensación un hermosísimo canto.

Para entender por qué los clásicos fueron tan condescendientes con el infanticidio de Procne y su hermana hay que tener presente que según sus normas el hijo era propiedad del marido, no de la madre, que sólo tenía el derecho a cuidarlo ya que la mujer carecía de todo. El matrimonio integraba a la mujer en el "genos" o familia del marido, perdiendo la suya y excluyéndola de la herencia de ambas familias. La dote que se entregaba en el momento de la boda pasaba al marido. Si era hija única, cuando su padre fallecía, podía administrar los bienes paternos sólo hasta que sus hijos fueran mayores de edad, ya que no eran suyos. 
Por tanto la muerte de Itis fue sólo un castigo para Tereo por la pérdida de su propiedad más valiosa con el agravante de no poder darle unos funerales dignos a causa de su canibalismo involuntario. En comparación, su conversión en abubilla fue un castigo menor. Procne, en cambio, no había perdido nada porque nada poseía y Filomela se tomó la revancha.


Los estudiosos de Ovidio señalan que, a pesar de su tema macabro, estamos ante uno de los relatos mejor elaborados de este autor. Indican que hay explicaciones míticas sobre el origen del ruiseñor, la golondrina y la abubilla. También han visto el conflicto entre civilización y barbarie, los problemas de los matrimonios exogámicos, las consecuencias de no saber refrenar una pasión desenfrenada, la utilización de la mujer como moneda de cambio en las relaciones entre naciones o la diferencia entre los hombres, que usan la fuerza física, y las mujeres, que usan la inteligencia.

Todas estas observaciones son ciertas pero yo quiero recalcar que, aunque en verdad es una historia horrible, muestra sin embargo algunos aspectos siniestros del comportamiento humano que siguen presentes entre nosotros. Lo peor es que si en este relato eliminamos diferencias culturales entre los clásicos y nosotros quedan algunos elementos comunes. Y entonces vemos que los mitos nos muestran aspectos profundamente enraizados en la conducta humana, que no han cambiado a pesar de haber transcurrido milenios. Por desgracia el incesto y la violación de familiares muy próximos no era privativo de los antiguos. Tampoco el infanticidio. Aún me impacta el recuerdo de un caso muy difundido por los medios de información, el de aquel padre que asesinó e incineró fríamente a sus dos hijos. Y por desgracia también recordamos algún caso de madres que mataron a sus niños. 

Los mitos nos retrataron a los humanos tal como somos. Con nuestro amor, altruismo y heroísmo y también con una gran capacidad para hacer el mal. Qué elige cada individuo, ese es el gran reto del ser humano y lo que nos diferencia a unos de otros...

domingo, 1 de junio de 2014

El gigante Prometeo o el castigo a las conductas altruistas y desinteresadas.



Francisco Amillo Alegre


Érase una vez un gigante bueno que robó un poquito de fuego a los dioses, que tenían de todo en grandes cantidades, y se lo regaló a los humanos, que carecían hasta de lo más imprescindible. Como premio por esta buena acción fue condenado a sufrir una terrible tortura durante toda la eternidad.
"Cría cuervos y te sacarán los ojos", "Métete a redentor y acabarás crucificado". 



1 Prometeo encadenado, escultura en mármol del año 1762 tallada por Nicolas Sébastien Adam y conservada en el Louvre. Destacan el dramatismo del rostro y del cuerpo con los músculos en tensión, juntamente con dinamismo que viene dado por las numerosas líneas oblicuas del cuerpo y por los vestidos y el humo de la antorcha, fuertemente agitados por el viento que produce el águila al batir sus alas.



Está claro que el refranero popular y la mitología coinciden en señalar que las conductas altruistas y desinteresadas suponen a menudo un grave perjuicio para quien las protagoniza... 
Y en la historia hay casos concretos que parecen dar la razón a esta visión individualista y egoísta. Podría citar muchos ejemplos de personas que se entregaron a hacer el bien a sus semejantes y que sufrieron castigo por ello. En el mundo clásico destacan Sócrates condenado a muerte por enseñar a pensar de forma libre, los hermanos Graco asesinados por querer igualdad de derechos entre patricios y plebeyos y Espartaco crucificado por querer la libertad de los esclavos. En la Edad Media los valdenses, cátaros y husitas plantearon desde una base religiosa, una crítica a las desigualdades políticas y económicas que supusieron numerosas condenas a muerte. Un caso similar fue en el Renacimiento el de Savonarola, ejecutado por criticar los excesos y lujos del Papa y de los Medici...
Seguro que podéis añadir muchos ejemplos más. Pero, antes de analizar si de estos hechos se puede deducir alguna conclusión válida, me gustaría volver al tema de Prometeo. 



2 Jan Cossiers: "Prometeo trayendo el fuego", año 1637. Museo del Prado. Su carácter de gigante viene resaltado por la potente musculatura. Destaca también la pose compleja que muestra su descenso hacia la tierra.



En griego Prometeo significa "el que ve por anticipado", o sea el que es previsor. Era hermano de los titanes Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia. Tenía el don de la profecía y no temía a los dioses por lo que puso en  ridículo a Zeus en varias ocasiones. 
Este mito de Prometo, como la inmensa mayoría de los mitos clásicos, presenta numerosas variaciones según autores y épocas. Yo me he basado en cuatro relatos: el de Hesíodo en su "Teogonía", el de Platón en su diálogo "Protágoras", el de la tragedia "Prometeo encadenado" atribuida tradicionalmente a Esquilo y en la "Biblioteca Mitológica" del seudo Apolodoro en el siglo I o II de nuestra Era. 
He intentado construir un relato coherente a partir de estas fuentes obviando las contradicciones en las que a veces incurren.



3 "Prometeo encadenado", óleo sobre lienzo de 173 × 233 cm., pintado hacia 1590 por Gregorio Martínez (1547-1598).  Museo del Prado. Al fondo el Tártaro o infierno. Según Esquilo prefería haber sido enviado allí para que nadie viese su suplicio.


Ya hemos visto que Prometeo tenía un hermano llamado Epimeteo, que significa "el que ve después" o sea, el que es incapaz de prever las consecuencias de sus actos. Platón nos ofrece una versión del mito: 
"Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales [animales y hombres]. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución. "Una vez que yo haya hecho la distribución -dijo- tú la supervisas". Con este permiso comenzó a distribuir. A unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas especies, en tanto que para aquéllas a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. [...]



4 Cuadro de Ruben que en 1618 escribió sobre él: “un Prometeo encadenado al monte Cáucaso con un águila que devora su hígado. Original de mi mano. El águila pintada por Snyders”

De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades [...] tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. [...] Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los animales. Quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en ese trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquélla fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la Acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo."

Según Esquilo las cosas ocurrieron de forma algo diferente. Mientras su hermano repartía los dones a los animales, Prometeo se afanaba en fabricar una criatura semejante a los dioses: el ser humano. Pero su trabajo progresaba tan lentamente que, cuando terminó, su hermano ya había gastado todos los dones que Zeus les había dado para repartir. Vio a los humanos tiritando de frío en las noches de invierno y decidió robar el fuego de los dioses porque Zeus no quiso ayudarlos entregando más dones. Trepó el monte Olimpo y robó fuego de la forja de Hefesto, llevándoselo en el tallo de un hinojo, que arde lentamente



5 Sarcófago romano del siglo I o II d.C. conservado en el Museo del Prado. Vemos a Prometeo y Atenea fabricando a los hombres con arcilla según se narra en la tragedia atribuída a Esquilo.


Según Hesíodo, para aplacar a Zeus, Prometeo aconsejó a los humanos que sacrificasen un gran toro en su honor. El olor de la víctima quemándose llegó hasta el Olimpo y Prometeo, buscando favorecer a los humanos, urdió un engaño: puso la carne debajo y encima los huesos, vísceras y tendones bien cubiertos de grasa, que en aquella época se consideraba un alimento muy apetitoso. Dejó que Zeus eligiera qué comerían los dioses y éste, engañado por el olor, eligió los huesos y vísceras. Desde entonces los humanos, cuando sacrificaban un animal a los dioses, sólo quemaban en el altar huesos y vísceras y luego consumían ellos la carne. 
Al percatarse de su error Zeus decidió vengarse urdiendo a su vez otro engaño. Ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla. A Afrodita le mandó otorgarle gracia y sensualidad, a Atenea el dominio de las artes domésticas y a las Gracias y las Horas adornarla con hermosos atavíos. Para Hermes reservó lo peor: sembrar en su ánimo mentiras, seducción y un carácter inconstante. Zeus quería crear un hermoso regalo envenenado que los gigantes, al verlo, no podrían negarse a aceptar. Pero con él aceptaban, sin saberlo, un sinnúmero de desgracias para sus protegidos, los hombres.
Dio vida a esta hermosa criatura y le dio un nombre también hermoso: Pandora, que significa "portadora de todas las cosas"; sólo cosas buenas, a juzgar por su aspecto. La envió a Prometeo acompañada de un ánfora que le había regalado Hermes como dote. En dicha ánfora, transformada en el Renacimiento en un cofre, "la caja de Pandora", se escondían todas las desgracias (enfermedades, dolor, pobreza, crimen, etc.) con las que Zeus quería castigar a la humanidad.

Prometeo no se dejó engañar por la belleza de Pandora y no quiso aceptarla. Entonces los dioses la enviaron a Epimeteo, que la recibió alborozado y se casó con ella. De nada sirvieron las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses. 
La astucia y previsión de Prometeo le habían hecho estar en lo cierto: aunque su esposo le había prohibido abrir el ánfora, o tal vez precisamente por eso, Pandora terminó abriéndola. Y desde entonces así nos van las cosas a los mortales...

Zeus se había vuelto a enfurecer al ver cómo Prometeo le había burlado de nuevo. Hizo que lo llevaran al norte de la Escitia, al monte Cáucaso. Allí fue encadenado a una roca por Hefesto con la ayuda de Fuerza y Violencia. Luego envió un águila para que se comiera su hígado. Pero como era inmortal volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. 



6 Cerámica griega de hacia el 550 a.C. con Hermes contemplando el suplicio de Prometeo.

Según Esquilo Prometeo se lamentaba así de su triste destino: "Por haber proporcionado un privilegio a los mortales me veo desdichado." Añadía que preferiría haber sido arrojado al Tártaro, es decir el infierno, para que nadie pudiera ver su desgracia. Pero confiaba en que Zeus le liberaría porque, por su don de profecía, conocía un plan para arrebatarle su calidad de rey de los dioses aunque no lo revelaría hasta ser liberado de sus cadenas.
Zeus temía otra estratagema de Prometeo y quería que antes de su liberación, revelase el plan para destronarle. Ambos se mantuvieron firmes en sus propósitos y el castigo se prolongaba indefinidamente. 
Pero un día Hércules (Heracles en griego) que buscaba el jardín de las Hespérides, pasó junto a Prometeo y le liberó disparando una flecha al águila. 
Esta vez Zeus no se enfureció porque Hércules era su hijo y al liberar al gigante adquirió muchísima gloria, lo que enorgulleció su corazón paterno. 
Así que Prometeo pudo volver al Olimpo y desvelar a Zeus lo que tenía que hacer para continuar como rey de los dioses. Éste le perdonó pero le impuso una condición: debería llevar siempre consigo la roca a la que fue encadenado, como recuerdo de su osadía y castigo.



7. El pintor valenciano José de Ribera, afincado en Nápoles, pintó este Prometeo en 1630. Destaca la técnica tenebrista con un fondo totalmente negro del que emerge el cuerpo fuertemente iluminado. Otras características notables son el impactante realismo de la anatomía y la terrible expresión de dolor en el rostro del atormentado Prometo.

Hasta aquí la Mitología. Para griegos y romanos el mito era una forma de explicar por qué el mundo es como es, una explicación del origen del hombre y de las normas morales y éticas que deben regir su conducta. Era preciso aceptar la voluntad de los dioses, por arbitraria, dolorosa e incomprensible que resultase.  Ellos eran inmortales y dictaban las normas y los humanos sólo podían hacer una cosa: acatarlas. 
Aún así admiraron a Prometeo por todo lo que había aportado a la humanidad. "Como introductor del fuego e inventor del sacrificio, Prometeo es considerado el Titán protector de la civilización humana. En Atenas, se había dedicado un altar a Prometeo en la Academia de Platón. Desde allí partía una carrera de antorchas celebrada en su honor por la ciudad, en la que ganaba el primero que alcanzaba la meta con la antorcha encendida." (Wikipedia) 

En el Renacimiento y el Barroco este tema de  los titanes que se rebelan contra los dioses y sufren un terrible castigo cobró gran auge. Los monarcas absolutos lo tomaron como ejemplo: el castigo cruel era el destino cierto de los que se atreviesen a sublevarse contra ellos. Prometeo y los demás gigantes enfrentados a sus señores naturales se convirtieron en villanos. Carlos I, Felipe II y Felipe IV se identificaron perfectamente con esta doctrina y encargaron a Tiziano, Rubens y otros autores obras al respecto. Pudimos verlas en la magnífica exposición temporal del Museo del Prado titulada "Las Furias. De Tiziano a Ribera" en la que se explicó cómo estas obras constituyeron un alegato político a favor del absolutismo y al mismo tiempo fueron un reto técnico para los pintores por la violencia, movimiento y sufrimiento que debían transmitir.

Con la Ilustración del siglo XVIII y el romanticismo del XIX Prometeo volvió a ser el héroe que con su sacrificio personal había favorecido a la humanidad. Era un modelo, un ideal de vida, para los revolucionarios de esos siglos...



8. El pintor francés Emile Jean Horace Vernet pintó este cuadro "El prometeo polaco" en 1831. Rusia, simbolizada por el águila imperial, ha derrotado al pueblo polaco, comparado con Prometeo. Visión romántica del héroe que da la vida por la Patria.

En los siglos XX y XXI la Mitología ha dejado de ser un referente ético pero no se ha olvidado y Prometeo sigue siendo objeto de representaciones artísticas. Los miramos a ambos, Mitología y Prometeo, con otros ojos. Somos más críticos, pero seguimos encontrando en ellos elementos inherentes al ser humano, rasgos comunes a todas las épocas y civilizaciones. Reflexionar sobre ellos es reflexionar sobre la naturaleza íntima del ser humano.



9. "Prometheus" 1980–87 de Menashe Kadishman  en el Meyerhoff Art Education Center, de Tel Aviv. Visión contemporánea del mito aludiendo al héroe que se sacrifica por la independencia su pueblo. El artista enfatiza el sufrimiento, necesario para la construcción del Estado de Israel.

Y esto me hace retomar la pregunta inicial: ¿son las conductas individualistas e insolidarias las más adecuadas para el ser humano? ¿Es cierto que el egoísmo individual nos libra de males mayores?
Si miramos a nuestro alrededor veremos que hay ejemplos de este tipo de conductas. En nuestro país pueden ser los numerosos políticos corruptos que están siendo procesados (y algunos condenados). 


10. El pintor flamenco Dirck van Baburen pintó en 1623 este cuadro en el que Hefesto  o Vulcano está en su fragua encadenando a Prometeo bajo la mirada complacida de Hermes o Mercurio que supervisa el castigo del gigante. Destacan el realismo, el dinamismo y la expresión de sentimientos, de dolor extremo en el caso de Prometeo.


Pero si no dejamos que estos casos ofusquen nuestra visión veremos que el altruismo es la base de nuestra civilización. Empieza con el máximo altruismo, el de la familia, con padres, abuelos, etc., dándolo todo a cambio de nada. Sigue por el de muchísimas personas como educadores, médicos, bomberos, policías, etc., que realizan su profesión por algo más que por un salario: por un afán de servir a la colectividad. Y en las ONG encontraremos miles y miles de personas que calladamente pero de forma tremendamente eficaz ayudan a colectivos marginados en forma de bancos de alimentos, comedores sociales, centros de acogida, ayuda a los ancianos y personas dependientes, etc. Y lo hacen sin esperar nada material a cambio, se conforman con la sonrisa y la felicidad de las personas a las que ayudan. 


Visto así el ser humano no es tan malo como muchas veces parece...




Adenda: 
Dedico este post a mi amigo Cecilio González. Durante unos meses ha llevado a cabo una lucha “titánica” para conseguir que el LOW FESTIVAL de Benidorm no fuera una carga para el erario municipal. Lo ha hecho de forma altruista y generosa, buscando únicamente el bien de Benidorm. 
No ha tenido éxito y su recompensa, en algunos sectores, ha sido recibir descalificaciones y acusaciones de intereses ocultos... Pero algún día se sabrá toda la verdad y se pondrá a cada uno en el lugar que le corresponde.