miércoles, 24 de agosto de 2016

Nix, Hipnos, Morfeo... dioses de la noche, la oscuridad, el sueño y los terrores nocturnos.



Este verano hemos tenido noches muy calurosas que ahora llaman "noches tropicales". En esa situación suele ser complicado conciliar el sueño o, dicho de otra manera, resulta difícil "caer en brazos de Morfeo". Esta expresión castellana alude a Morfeo, un dios de la antigua Grecia relacionado con el sueño. Pero no estaba sólo. Según la Mitología había otro dios del sueño, llamado Hipnos, que era su padre. De este último derivan palabras como hipnosis (sueño inducido) e hipnótico (substancia que induce al sueño). La madre de Hipnos y abuela de Morfeo era Nix, la Noche y cuando extendía por el firmamento su manto de oscuridad era el momento de que Hipnos y Morfeo abandonaban su oscura morada y se dirigían hacia el mundo de los mortales para inducirles el sueño, los sueños y las pesadillas.
Hacía tiempo que no escribía nada para el blog de AGORABEN y este tema de los dioses griegos del sueño me ha parecido un buen pretexto para retornar al blog. Espero que os mantengáis despiertos hasta el final del artículo y  no caigáis en brazos de Morfeo.

Francisco Amillo


Nix, la Noche de la mitología griega, camina por el cielo extendiendo tras de sí su negro manto de tinieblas tachonado de estrellas. Su hermana Hemera, el Día, se retira del firmamento y la oscuridad sustituye a la claridad. Empieza la hora de los sueños, el mundo de Hipnos, su hijo, y de Morfeo, su nieto. Imagen de A-u-R-e-L Watch, Digital Art / Drawings & Paintings / Fantasy. Año 2016. La tecnología informática es otro medio de crear imágenes artísticas en formato digital frente al tradicional soporte del lienzo pintado al óleo o al acríclico. El mundo evoluciona y también el Arte.



En la antigua Grecia había dos dioses relacionados con el sueño: Hipnos inducía el sueño a hombres y dioses y su hijo Morfeo les llevaba los sueños mientras dormían. En castellano una sola palabra, sueño, designa tanto el acto de dormir como lo que soñamos durante él. Pero en otros idiomas hay una palabra específica para esos dos conceptos. Así los que hablamos valenciano sabemos que "son" designa el acto de dormir (ejemplo: "tinc molta son") y "somni" lo soñado (ejemplo: "he tingut un somni"). 

Los antiguos griegos tenían también dos palabras para esos dos significados y los personificaban en dos dioses distintos. Ambos tenían un antepasado común: Nyx o Nix en griego, Nox en latín y Noche en castellano. Era "la negra diosa de la noche", hija y esposa del Caos primigenio, un dios sin rostro, anterior a la creación del mundo. Era por tanto una diosa primordial, anterior a Zeus, a la cual temía hasta el mismísimo rey de los dioses porque si se negaba a retirarse a su morada cuando venía su hermana Hemera (el Día), una noche perpetua sumiría a la tierra en el frío, el hambre y la desesperación.


Vaso ático de figuras rojas sobre fondo negro fechado entre el 425 y el 375 a.C. conservado en el  Ashmolean Museum de Oxford. Nix, diosa de la noche vuela por el firmamento en un carro tirado por dos caballos. Se  representa con alas y un vestido de estrellas.
La pintora británica Evelyn De Morgan (1855 – 1919) realizó en 1878 esta visión personal de Nix extendiendo el manto de la noche mientras su hijo Hipnos esparce flores de adormidera para inducir el sueño en los mortales. Óleo sobre tela de 42 × 62 cm. De Morgan Centre, Londres 


Según la "Teogonía" de Hesíodo, Nyx tuvo una gran cantidad de hijos, la mayoría por partenogénesis, es decir sin intervención masculina. Parece una forma menos divertida de procrear que la convencional, pero ya se sabe que las diosas griegas eran muy suyas… 


El pintor realista francés Adolphe-William Bouguereau (1825-1905) representó a la diosa Nix en el cuadro titulado "La Nuite", del año 1883. Lleva un manto oscuro que simboliza la oscuridad de la noche que a su paso se adueña de la tierra.  Es un óleo sobre tela de 208×107 cm. conservado en el Hillwood Estate Museum.

De todos los hijos de Nix destacaré sólo a dos: al ya citado Hipnos (Somnus en latín) y a su hermano gemelo Tánatos (la Muerte no violenta). La similitud entre la muerte, sueño eterno durante la noche eterna, y el sopor e inmovilidad que se apodera de los humanos durante el sueño cotidiano, es probablemente la causa de que la mitología les diera ese origen común. "El sueño y la muerte son hermanos", decían los clásicos y a menudo los representaban juntos.


John W. Waterhouse: "Sueño y su hermanastro Muerte (Sleep and His Half-Brother Death)", 1874 óleo sobre lienzo de 70 x 91 cm. Sotheby’s Collection. Tema directamente inspirado en la mitología griega. En primer plano, y mejor iluminado, Hipnos que se identifica por las flores de adormidera que sostiene entre sus manos. Tánatos al fondo con los gestos rígidos de los cadáveres y en la sombra para destacar la oscuridad del mundo de los muertos. La habitación es un lujoso dormitorio de estilo helenizante pero en la penumbra, como corresponde a estos personajes. Los instrumentos musicales que aparecen aluden a los cantos fúnebres.

Hipnos era el dios del sueño físico, de ese dulce sopor que nos invade al final del día y que nos permite recuperarnos de sus fatigas. Pasamos un tercio de nuestras vidas bajo su influjo. Con él nuestro organismo se reequilibra y se prepara para las actividades del día siguiente. Para los griegos el sueño no era un acto humano sino un estado inducido por la divinidad. Así que la expresión castellana "caer en brazos de Morfeo" como sinónimo de dormirse no es exacta; caemos en los brazos de Hipnos.


Bajorrelieve griego en el Museo Arqueológico de Esmirna. Representa a Hipnos como un niño alado durmiendo. Posteriormente, a partir del siglo VI a.C.,  se representó como un adulto con alas en la cabeza.


Recipiente cerámico de Apulia, hacia el 390 a.C. Por orden de Atenea (arriba) Teseo (izquierda) abandona a Ariadna, representada dormida y con Hipnos vertiendo en su cabeza agua del Leteo que provocaba el olvido. Figuras con el rojo de la cerámica sobre fondo de pintura negra.


Hipnos era un dios menor pero podía influir en los dioses importantes. Así hizo dormir a Zeus a instancias de Hera. Ésta había prometido a Hipnos que, como recompensa por el favor, se casaría con la bellísima Pasítea. Mientras Zeus dormía Hera pudo  perjudicar a Heracles o Hércules, hijo extramatrimonial de Zeus al que Hera odiaba sobremanera. Cuando el rey de los dioses despertó y vio la desdicha de Hércules montó en cólera y como no podía hacer nada contra su esposa Hera quiso descargar su ira contra Hipnos  arrojándolo al mar. Pero intervino Nyx en defensa de su hijo y Zeus, para no enfadarla, contuvo su furia. Al final Hipnos salió bien librado de estas rencillas matrimoniales de la pareja real olímpica pero pudo comprobar la sabiduría del dicho: "entre marido y mujer nadie se puede meter"… 
Pudo, pero no lo hizo y volvió a reincidir. Durante la guerra de Troya, Hera quería ayudar a los aqueos que estaban perdiendo los combates y para eso necesitaba que Zeus, partidario de los troyanos, se distrajera. Pidió a Hipnos que repitiera el  favor: hacer a dormir a Zeus para llevar a cabo sus planes. Y ya conocéis el resultado: Troya fue destruida e Hipnos salió indemne porque contaba con la ayuda de Nix y Hera. 


Rubens: "El nacimiento de la Vía Láctea",1636. Óleo sobre lienzo de 181×244 cm. Museo del Prado. Mientras Hera dormía, Zeus le puso al niño Hércules en el pecho para que lo amantara. La oscuridad de la noche, que extiende su manto tachonado de estrellas sobre el mundo, era su aliada. Pero un día Hera se despertó, vio al niño mamando y lo apartó rápidamente. El chorro de leche que salió originó la Vía Láctea. Desde entonces Hera odió a Hércules. Rubens utiliza el elemento mitológico del carro de la noche con libertad: está tirado por águilas negras, no por caballos negros.

La relación con Hera tuvo un efecto muy beneficioso para Hipnos: de su matrimonio con Pasítea nacieron nada menos que mil hijos, los Oniros. Este nombre procede de la palabra griega "óneiros" (ὄνειρος) cuyo significado era "ensueño", es decir lo que se sueña, no el acto fisiológico de dormir. En castellano el adjetivo "onírico" deriva de esa palabra y significa perteneciente o relativo a los ensueños, a lo soñado. Este término se aplica a veces en el arte para designar imágenes artísticas que no están tomadas directamente del mundo real sino que parecen surgidas de los sueños. Fue una vía muy explotada por el Surrealismo. 


Salvador Dalí: "Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar". 1944. Óleo sobre tabla 51 x 41 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. A menudo las situaciones e imágenes que vemos en los sueños son irreales e incluso absurdas. La pintura surrealista aprovechó este hecho para crear imágenes inquietantes como esta. La abeja que da el nombre a la obra revolotea sobre la pequeña granada que está bajo la mujer. Exceptuando las patas del elefante todos los objetos guardan unas proporciones normales. Se adivina la costa de Port Lligat y sobre todo a Gala dormida. Lo absurdo e inquietante viene dado por la disposición anormal de sus figuras, lo que sugiere múltiples interpretaciones. 



En castellano tenemos otra palabra derivada de Oniros: el onirismo. El Diccionario de la Real Academia lo define como "Alteración de la consciencia caracterizada por la aparición de fantasías semejantes a las de los sueños, con pérdida del sentido de la realidad". Es por tanto una enfermedad mental caracterizada por alucinaciones visuales, como si fuesen sueños, que impiden la percepción correcta de la realidad. 

Está claro que el mundo de los sueños de la antigua Grecia nos ha dejado gran cantidad de vocablos. Volviendo a los Oniros, éstos eran las personificaciones de los sueños. Como los humanos tenemos tantos y tan variados los Oniros no podían ser menos de mil dioses. Según Homero vivían en el reino de Hipnos situado al final del mundo, en el extremo occidental del Océano. Allí estaba el Érebo, que en griego significa oscuridad o negrura, y los oniros moraban en una gran cavernas. Estaba muy cerca del mundo de los muertos o Hades. De nuevo observamos la relación del sueño con la muerte y la oscuridad. En la Odisea se narra un viaje de Ulises en el que llega al mundo de los muertos situado más allá de donde se pone el sol (las puertas de Helios) y del reino de Hipnos: "Transpusieron en primer lugar las corrientes del Océano y la roca de Léucade, después las puertas de Helios y el país de Hipnos, y pronto llegaron a la pradera de asfódelos donde residen las almas que son imágenes de los difuntos" (XXIV, 11-14). 

La tradición decía que estos hijos de Hipnos vivían en la oscuridad de su cueva y sólo salían de noche.  La cueva estaba en el Érebo, hermano de Nix y por tanto otro de los dioses primordiales. Personificaba la oscuridad y la sombra. Se decía que sus oscuras y densas nieblas se concentraban en los bordes del mundo y llenaban todos los lugares subterráneos. La proximidad del Érebo con el Hades, o reino de los muertos, hizo que en épocas posteriores se identificasen, pero en época homérica eran divinidades y lugares diferentes. De todas formas queda claro que todas estas deidades de la noche, la oscuridad, la muerte y el sueño vivían muy próximas y tenían lazos familiares.

Según Homero los sueños que los dioses enviaban a los mortales podían ser de dos clases: los proféticos, que anunciaban el futuro y salían por una puerta hecha de cuerno, y los normales que lo hacían por una puerta de marfil. En la Odisea leemos:  
"Hay sueños inescrutables y de lenguaje oscuro y no se cumple todo lo que anuncian a los hombres. Hay dos puertas para los leves sueños: una, construida de cuerno, y otra, de marfil. Los que vienen por el bruñido marfil nos engañan, trayéndonos palabras sin efecto, y los que salen por el pulimentado cuerno anuncian al mortal que los ve cosas que realmente han de verificarse."  (Odisea XIX, 560)

No todos los Oniros eran iguales. Había tres muy especiales que se encargaban de los sueños de los reyes y de los generales. El más importante fue Morfeo, que en los sueños les entregaba los mensajes de los dioses. El nombre de Morfeo deriva de "morfé" que en griego significa "forma". Alude a que Morfeo se presentaba en los sueños tomando la forma, la voz, los gestos y las ropas de distintas personas, tantas como vemos en los sueños. Era por tanto un dios capaz de aparentar el aspecto de cualquier humano.


Pierre-Narcisse Guérin (1774-1833): "Morfeo e Iris", año 1811. Óleo sobre lienzo de 251 x 178 cm. Museo del Hermitage. La diosa Iris, cuyo nombre significa arco iris, era la mensajera de Hera que la tenía en gran estima. Acompañada de Eros despierta a un sorprendido Morfeo para transmitirle las palabras de la reina de los dioses. Obra típicamente neoclásica, con predominio de los valores formales (colores fríos, contornos nítidos, composición equilibrada) y la representación del mundo clásico.

Se le representaba con alas que le permitían volar rápida y silenciosamente para acudir a cualquier rincón de la Tierra e inducir los sueños de quienes dormían, adoptando apariencia humana para aparecer en ellos. Según Ovidio Morfeo dormía en una cama de ébano, es decir de una madera negra como la noche, en una cueva escasamente iluminada y rodeado de flores de adormidera que inducen al sueño.

Los otros dos oniros que acudían a los sueños de los reyes eran Fobetor y Fantasus. Fobetor era el encargado de enviarles los sueños sobre animales. Su nombre significa "el que asusta" y deriva de "fobos", el miedo, porque también les transmitía las pesadillas y a veces los sueños proféticos.    
Fantasus o Phantasus se encargaba de los sueños con objetos inanimados como agua, rocas o troncos. 

Así describe Ovidio en su Metamorfosis (XI, 634-645) a estos tres Oniros: 
"despierta al artífice y simulador de figuras,
 a Morfeo: no que él ninguno otro más diestramente 
 reproduce el caminar y el porte y el sonido del hablar.
 Añade además los vestidos y las más usuales palabras
 de cada cual. Pero él solos a hombres imita. Mas otro
 se hace fiera, se hace pájaro, se hace, de largo cuerpo, serpiente:
 a él Ícelo los altísimos, el mortal vulgo Fobétor 
 le nombra. Hay también de diversa arte un tercero,
 Fantaso. Él a la tierra, a una roca, a una ola, a un madero
 y a cuanto vacío está todo de ánima, falazmente se pasa.
 A los reyes él y a los generales su rostro mostrar
 de noche suele, otros los pueblos y la plebe recorren."

Tal como nos indica el último verso, el resto de Oniros se encargaba de los sueños de los simples mortales, de los que no somos ni reyes ni generales. Por eso no tenían nombre propio.

Todos eran espíritus de oscuras alas que cada noche, como los murciélagos, salían de su cueva en el Érebo y se metían en la mente de los hombres creando sus sueños. 
Y también sus pesadillas. De ellas se encargaba Epiales cuyo nombre significa precisamente eso, "pesadilla". También se le llamaba "melas oneiros", que quiere decir "sueño negro". Según Homero se ponían en la cabeza del durmiente y le atormentaba: "un malvado sueño se colocó sobre su cabeza" (Ilíada X, 496)


Johann Heinrich Füssli (1741-1825) pintó esta obra, titulada "La pesadilla" en  1781. Fue un pintor suizo establecido en Gran Bretaña. Su estilo oscila entre el neoclasicismo de sus inicios y el Romanticismo de su etapa final. En esta obra la frialdad del color, típica del Neoclasicismo, se mezcla con la fantasía e irrealidad del demonio que está sobre la joven. El caballo que mira es también irreal y muestra la irracionalidad de los sueños. Óleo sobre lienzo de 101 × 127 cm que se conserva en el Institute of Arts de Detroit.


Los griegos creían en el poder premonitorio de algunos sueños y había sacerdotes y  personas expertas en su interpretación. Hay un ejemplo en  la Odisea:  Penélope esperaba desde hacía veinte años el regreso de su marido Odiseo (Ulises en latín) que había partido para la guerra de Troya. Sus compañeros aqueos habían regresado de la guerra hacía tiempo y había algunos que querían darlo por muerto para poder casarse con su presunta viuda y convertirse en reyes de Ítaca.  Penélope soportaba estoicamente las presiones de esos pretendientes que se habían instalado en palacio y disfrutaban de todas sus comodidades. Les daba largas diciendo que indicaría el nombre del que sería su esposo cuando acabara de tejer un manto. Por el día tejía y por la noche destejía y ganaba tiempo. Tanto que por fin regresó Odiseo. Como le habían informado de lo que pasaba en su palacio lo hizo disfrazado de mendigo y nadie, ni siquiera Penélope, lo reconoció. Sólo su aya y  su perro lo hicieron. Su esposa lo tomó por un hombre respetable y le pidió que le interpretase un sueño que había tenido y que le intrigaba. Le dijo: 
Venga, interprétame el sueño y escucha. Tengo en casa veinte ocas que comen trigo lejos del agua, y yo disfruto viéndolas. Mas, viniendo del monte, un águila grande de encorvado pico a todas les rompió el cuello y las mató y ellas quedaron amontonadas en el palacio mientras él se elevó al divino éter. Y yo lloraba y me lamentaba en el sueño y a mi alrededor se reunían las aqueas de hermosas trenzas, mientras yo deploraba con lamentos que el águila me hubiera matado las ocas. Pero aquélla, regresando, se posó sobre un saliente del tejado y con voz humana me tranquilizó y dijo: «Anímate, hija del famoso Icario, no es un sueño, sino un beneficioso hecho real que se te cumplirá. Las ocas son los pretendientes, y yo, águila antes, soy ahora tu esposo que ha vuelto, que a todos los pretendientes daré vergonzosa muerte». Así dijo y me abandonó el dulce sueño. Mirando en derredor vi las ocas en el palacio comiendo trigo junto al pesebre, donde antes. Y contestándole dijo el ingenioso Odiseo: «Mujer, no es posible de ningún modo interpretar el sueño en otro sentido, puesto que ya el propio Odiseo ha indicado cómo se cumple. A todos los pretendientes se les mostró la ruina, y ninguno evitará la muerte y el destino». 
Y efectivamente Odiseo, que era el más astuto de los hombres, ideó una estratagema para poder matar el sólo a todos los pretendientes y recuperar reino y esposa. Y el sueño de Penélope resultó profético. 


Angelica Kauffman (1741-1807): "Penélope despertada por Euriclea", 1772. Penélope había tenido un sueño premonitorio que anunciaba la llegada de Ulises del que es despertada por Euriclea, antigua la nodriza de Ulises, la única persona que lo reconoció bajo su disfraz de mendigo. 
Angélica Kauffman fue hija de un pintor suizo que le enseñó su arte desde muy pequeña y se formó con él en Florencia y Roma, donde, con 23 años, entró en la Accademia di San Luca. Vivió en Inglaterra (de 1766 a 1780) ingresando en la Royal Academy de Londres como miembro fundador, algo insólito en la época. Luego pasó a Italia. Destacó por los retratos y los "cuadros de historia", género que en aquella época incluía temas mitológicos.

Los poemas homéricos son muy antiguos, del siglo VIII a.C. y nos ofrecen la visión mítica del origen de la noche, del sueño y del mensaje divino que se oculta en algunos de ellos. El sueño y lo que soñamos no eran actos humanos sino fenómenos inducidos por los dioses. 
Pero a partir del siglo VI a.C., con la aparición del pensamiento científico, se buscaron explicaciones racionales a estos hechos.  Platón había dicho que los sueños normales eran humanos y se originaban en el hígado mientras que los proféticos eran divinos y entraban a través del hígado. Aristóteles creía que los sueños eran humanos y reflejaban el estado del cuerpo, algo que en el siglo II fue aprovechado por Galeno para intentar diagnosticar enfermedades a través de su interpretación. Los sueños eran un fenómeno natural y se podían analizar racionalmente. Por eso en la antigua Grecia los intérpretes de sueños tenían mucho trabajo y se los consultaba para múltiples propósitos. 
De todas formas las explicaciones racionales resultaban muy frías  para el gran público por lo que las desechó y siguió aferrado a los antiguos mitos. Eso explica que en el siglo I a.C. el romano Plinio siguiera creyendo en el origen divino de los sueños. El mito está profundamente arraigado en los sentimientos del ser humano, sea de la época que sea, y se resiste a desaparecer. Pasaba en la antigua Grecia y pasa en nuestros días: la Astrología, creada en Mesopotamia por los sacerdotes sumerios hace más de 5.000 años sigue teniendo gran fuerza hoy día a pesar de no tener ninguna base racional y a pesar del "Manifiesto de los científicos contra la Astrología" publicado el año 1990 por 197 científicos norteamericanos, entre ellos 20 premios Nobel. Para nuestros antepasados y para muchos de nuestros conciudadanos el mito ha tenido y sigue teniendo más fuerza emocional que el logos… Lo positivo es que el mito ha tenido una gran influencia en el Arte, que nos ha legado imágenes de gran belleza, algunas de las cuales os he puesto aquí. 

Auguste Raynaud (1854-1937): "La Nuit" 1887. Óleo sobre tela 54 × 81 cm. Colección particular; subastado en Sotheby's de Londres por 23.586 € el 23-11-2010. En su viaje por el firmamento Nix va acompañada por la lechuza, ave nocturna.


Espero haber captado vuestra atención hasta el final y que Hipnos no se haya apoderado de vosotros antes de acabar la lectura de este artículo…