jueves, 14 de agosto de 2014

El amor entre el joven espartano Jacinto y el dios Apolo: un mito clásico y una escultura de Benvenuto Cellini en el contexto de la homosexualidad y del Arte.



Francisco Amillo


En el Museo del Palazzo Bargello de Florencia se conserva un grupo escultórico en mármol que representa el mito de Apolo y Jacinto. Es una obra muy interesante de Benvenuto Cellini, escultor, grabador, orfebre y escritor florentino, uno de los representantes más importantes del manierismo italiano.

Esta escultura nos narra un mito clásico, que analizaremos, y al mismo tiempo nos permite conocer algunas peculiaridades de la talla del mármol. 
Además nos introduce en la personalidad de muchos artistas del siglo XVI, entre ellos el propio Cellini, que practicaban una homosexualidad que justificaban a base de mitos como este, dada la gran autoridad moral que entonces tenía el mundo clásico.

También, como es habitual en este blog, nos servirá de pretexto para disfrutar y conocer mejor algunas obras de arte muy interesantes.


Apolo y Jacinto de Benvenuto Cellini. Un amor homosexual con un final trágico. Lo habitual era representar a Jacinto muerto pero Cellini no lo hace así: el dios Apolo en pie sostiene el cuerpo de Jacinto antes de morir. 


Cellini fue considerado por sus contemporáneos el segundo gran escultor después de Miguel Ángel Buonarroti. Su obra más famosa es el Perseo de bronce que se exhibe en la "Loggia del Lanzi" en la florentina Plaza de la Señoría. Esta obra se ha considerado como el mejor exponente del virtuosismo técnico alcanzado por los florentinos en la fundición del bronce. 


El Perseo de Cellini. Esta parte de la escultura pesa 1.800 kg y  mide 3,20 metros de alto, un gigantismo que muestra la influencia de Miguel Ángel. Perseo sostiene la cabeza decapitada de Medusa de la que cae la sangre. Se apoya sobre su cuerpo, de cuyo cuello brota también sangre. La cabeza de Medusa reproduce los rasgos de un joven, Cencio (Vincenzo) della Gambetta, del cual se decía que había mantenido relaciones homosexuales con Cellini, aunque luego se habían enemistado.

Cellini fue muy hábil en la fundición de los metales pero realizó también obras en mármol. La técnica de la talla del mármol es distinta de las técnicas metalúrgicas a las que él estaba habituado. ¿Por qué entonces hizo esta incursión en una parcela artística que no había practicado? 

Para responder a esta pregunta hay que tener presente la personalidad compleja y el carácter peculiar de Cellini. Fue un autor, que como Dalí siglos más tarde, se preocupó de forma extraordinaria de mantener muy alta su fama como artista. Eso le llevó a manifestarse como persona engreída, despótica y egocéntrica que no toleraba la menor crítica. A todo ello se unía una violencia inusitada, que le llevó a causar la muerte y heridas graves a algunas personas.
Escribió un libro, redactado entre 1559 y 1562, que tituló "Vida" porque era su autobiografía. Cuenta con aparente sinceridad todas sus fechorías pero intentando siempre justificarlas. Y en esta obra nos da la clave para responder a la pregunta que nos hacíamos: quería emular a Miguel Ángel, por quien sentía una extraordinaria admiración. 

Todos decían que era el segundo después del gran Buonarroti pero él quería estar a su misma altura. Y si el gran maestro había destacado en la talla del mármol el también quería destacar en ese aspecto y demostrar que podía trabajarlo con la misma habilidad que el bronce porque dominaba las técnicas de la talla y el trépano. De hecho Cellini nos muestra en sus escritos que fue un experto conocedor de los mármoles. En su tratado de escultura los clasifica en función de su grano, textura, etc., considerando los mármoles griegos como los mejores. Indica que la calidad va unida a su dureza y que cuanto más fino sea el grano, más suave será la materia esculpida.

Y una de esas esculturas en mármol es la que vamos a comentar en este blog. Ya hemos visto que representa los amores homosexuales (según otras versiones más bien pederásticos) del dios Apolo y el jovencito Jacinto. Un tipo de relaciones que Cellini había practicado y que estaban bien vistas en ciertos sectores de la intelectualidad de su época por haber encontrado textos clásicos que indicaban su amplia difusión en la antigüedad. 
Pero legalmente seguían siendo delito y por eso en 1556 fue acusado de pederastia y condenado por la justicia a pagar 50 escudos de oro y a cuatro años de cárcel. Ahora bien, como era un personaje importante se hizo la vista gorda: por intercesión de Cosme I de Medici se le conmutó la pena a cuatro años de arresto domiciliario. Así el duque de Toscana se aseguraba que trabajaría en su encargo del Perseo...

No es esta la única escultura que nos muestra su homosexualidad. Además de reflejarla en la cabeza de Medusa, en su Perseo, realizó también en bronce un Ganímedes, tema que en la antigua Grecia fue muy popular porque daba un origen religioso a la homosexualidad. En el Renacimiento también se representó en numerosas ocasiones y con una finalidad semejante: justificar esas prácticas mediante la autoridad de los antiguos.


Vista angular de la escultura "Apolo y Jacinto". Cellini dio mucha importancia al punto de vista de una escultura y para verla adecuadamente hay que rodearla por completo. Miguel Ángel decía que una obra debería verse desde cuatro puntos de vista: frontal, dos laterales y un trasero. Pero sus obras son para ser vistas de frente. Cellini abogaba por ocho puntos de vista diferentes al añadir otros cuatro diagonales o angulares. Todos los puntos de vista deben añadir algo y así la visión total de la obra se vuelve imprescindible.





El mito de Apolo y Jacinto.

La tragedia de Jacinto y Apolo ha inspirado a numerosos pintores y escultores, no sólo a Cellini. Hay incluso una ópera que Mozart compuso ¡a los once años de edad! Es su primera ópera y se tituló "Apollo et Hyacinthus seu Hyacinthi metamorphosis". Y otro dato curioso: el libreto estaba en latín. Puedes escuchar la obertura aquí.

Todas esas obras se basan en la relación de amistad y amor entre Apolo, dios de la belleza y la música, y el joven Jacinto, de extraordinaria belleza, tan hermoso como las divinidades del Olimpo. 
Según la Mitología era hijo de Clío, musa de la historia y de la poesía heroica, y de Píero, rey de Macedonia. Otras fuentes dicen que su padre era el rey de Esparta Ébalo y otras el rey Amiclas, también de Esparta.



Giambattista Tiepolo: La muerte de Jacinto, 1752-1753. Óleo sobre lienzo de 287 x 232 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Su muerte desangrado se expresa mediante la blancura femenina de su cuerpo, que contrasta con el color bronceado de Apolo. En el ángulo inferior derecho una raqueta alude a los juegos que practicaban y encima las flores de jacinto recuerdan para siempre la tragedia del joven espartano. Está claro que la raqueta, las tres pelotas y la red del fondo son una licencia que se toma el autor ya que debería haber colocado un disco de bronce. En su lugar reproduce un juego muy popular entre los nobles desde el siglo XVI, la "pallacorda". Por eso vemos también la pista de juego hecha con losas de mármol. (Fuente: Museo Thyssen)


Según Ovidio [puedes ver el texto completo en la NOTA1] Apolo se cansaba de estar siempre en su santuario de Delfos. En cierta ocasión lo abandonó y bajó por la ribera del Eurotas, el río de Esparta, y vio a Jacinto. Desde entonces acudía allí muy a menudo para pasar el tiempo con su joven amigo. Le llevaba a cazar a los bosques, le enseñó a disparar el arco y a tocar la cítara llegando a ser un gran músico También practicaban varias modalidades de gimnasia, unas disciplinas que Jacinto enseñó a sus compañeros y por la que fueron famosos los espartanos. 
Como era habitual en Grecia, para estas prácticas los atletas se desnudaban (nuestra palabra gimnasia procede del griego gymnos, desnudez) y untaban sus cuerpos con aceite de oliva. Acabada la actividad el polvo y el aceite habían formado una pasta sobre el cuerpo difícil de quitar. Se ayudaban mutuamente con una especie de cuchillo curvo de hierro o de bronce, el "strigilum" y luego debían lavarse cuidadosamente. 

Tanto tiempo pasaban juntos y tanta intimidad alcanzaron que al final el amor se desató en Apolo. Deseó con todas sus fuerzas el joven y bien proporcionado cuerpo de su amigo que tanto acariciaba y los hermosos rizos de su cabellera rubia que con tanta gracia caían sobre sus hombros cuando se quitaba la cinta con la que los ceñía durante los ejercicios. No le importaba nada que se tratara de un mortal, sólo sentía su inmenso deseo. 
Jacinto vio en sus ojos y en sus gestos la pasión que le devoraba y se sintió halagado. Sin decir palabras, sólo con la mirada, le indicó que era correspondido. Desde entonces se entregaban todos los días a los goces del amor. La alegría y felicidad de ambos fueron inmensas.

Un día decidieron practicar el lanzamiento de disco. Apolo quiso impresionar a su joven amante y lo lanzó con una furia descomunal. El disco de bronce voló muy alto cortando las nubes hasta que, brillando como una estrella, empezó a caer.
Jacinto por su parte también quería impresionar a su amante con su habilidad y corrió a cogerlo para lanzarlo a su vez. Tanta era el ansia a que tenía que no calculó bien la distancia. El disco cayó a tierra muy cerca de él y con la fuerza que llevaba rebotó y golpeó violentamente a Jacinto en la frente. Cayó al suelo y un gran chorro de sangre tiñó de carmesí su hermosa cabellera rizada. Unos instantes después moría en los brazos de Apolo.



Jean Broc: "La muerte de Jacinto", 1801. Museo de Poitiers. Broc es un pintor neoclásico discípulo del famoso pintor David y esta es su obra más conocida.


Esta es una versión del mito. Pero como es habitual en la Mitología clásica hay variantes. En una de ellas intervienen los celos como causa de la muerte del joven espartano. Era tan inmensamente bello que el dios-viento Céfiro, que los veía todos los días dedicados a sus juegos gimnásticos y amorosos, también se enamoró del muchacho. Pero como no podía arrebatárselo a Apolo decidió idear una estratagema para matarlo. No podía soportar más ver tanta belleza sin poseerla. 
Un día que Apolo lanzó el disco a mucha altura Céfiro vio su oportunidad. Sopló con gran fuerza, lo desvió y acabó estrellándolo contra la frente de Jacinto. 


Céfiro abraza a Jacinto. Para indicar que es un dios-viento se representa 
con alas y con la parte inferior de sus piernas de contornos indecisos. Cerámica griega de figuras rojas sobre fondo negro pintada por Douris entre 490 y 480 a.C. La presencia de Céfiro, no recogida por Ovidio, responde a una tradición popular.


Apolo cogió a Jacinto en sus brazos pero no pudo evitar que la sangre saliese a raudales de su frente y acabase muriendo. Mientras agonizaba, Apolo no quiso que Hades, el dios de los muertos, reclamara al muchacho pero tampoco podía devolverle la vida. Lo único que pudo hacer, en su dolor, fue transformar la sangre del muchacho en una flor de color rojo púrpura, que desde entonces, para perpetuar su memoria, se llamó la flor de Jacinto. 



De acuerdo con el relato mitológico el jacinto, de nombre científico "Hyacinthus", es una planta con flores de color rojo sangre. Hoy día en jardinería presenta infinidad de colores.


François Joseph Bosio: "Jacinto", 1817. Mármol de 43 cm. Comprado por el rey Luis XVIII actualmente se conserva en el Louvre. Nos presenta la muerte de un jovencísimo adolescente aunque según Pausanias en algunas representaciones aparecía con barba, indicativo de su mayor edad. En la antigua Grecia estaban bien vistas las relaciones de un adolescente con un adulto. Pero cuando pasaba a ser adulto debía finalizar por completo esa relación.



Según Pausanias [puedes leer la cita completa en la NOTA 2], había una versión espartana del mito según la cual Jacinto y su hermana Poliboea fueron llevados al cielo por Afrodita, Atenea y Artemisa. 
Por otro lado, a causa del origen espartano que algunos mitos le atribuían, fue en Esparta donde más se le veneraba. Su culto se desarrollaba en el santuario de  Amiclas, a unos cinco kilómetros de Esparta. Denominado también Amyclae, este santuario era muy antiguo ya que sus orígenes se remontan al período micénico. Allí estaba la tumba de Jacinto, a los pies de una estatua del dios Apolo y al lado un espacio para la danza.

Durante el verano se celebraban tres días de fiesta en honor suyo, las jacintias, y lógicamente tenían lugar en Amyclae. Se dedicaba un día a llorar su muerte, con prohibición de adornarse con guirnaldas o cantar canciones alegres. Se depositaban ofrendas en la tumba y se procedía a un banquete funerario. Los otros dos días se destinaban a adorar a Apolo, con sacrificios, canciones, bailes y una procesión.


Peter Paul Rubens: boceto para  el cuadro "La muerte de Jacinto", 1636-1637. Óleo sobre tabla de 14,5 cm x 13,6 cm. Museo del Prado. El cuadro formaba parte de un importante encargo de Felipe IV con obras destinadas a la Torre de la Parada. Envió desde Amberes más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte narraban los amores de los dioses según Ovidio. Rubens utilizó un dibujo de Miguel Ángel como modelo para la figura de Jacinto. (Fuente: Museo del Prado)


El anterior boceto de Rubens fue ejecutado por Jan Cossiers y enviado a la Torre de la Parada. Actualmente se conserva en el Palacio Real de Madrid.






El "Apolo y Jacinto" de Benvenuto Cellini.

Volvamos a nuestro punto de partida: a la escultura en mármol de Cellini conservada en el museo florentino del Bargello. Es una obra que ha atravesado desde sus inicios por una serie de situaciones muy peculiares, de ahí su interés.

En primer lugar hay que destacar que esta obra fue realizada por Cellini sin ser encargo de ningún comitente. No tenía un interés económico por ella y eso que era muy amante del dinero y exigía precios altísimos por sus obras. La ejecutó para demostrar su valía en el trabajo del mármol y equipararse con su admirado Miguel Ángel. 


Celini no pudo concluir esta obra por las vetas que presentaba, que dificultaban el tallado. Pero la parte psterior del torso y la cabellera de Apolo son suyas. Como típica obra manierista las dos figuras presentan una posición inestable, como girada, que se denomina "serpentinata". 


Antes de comenzar a tallar la escultura surgieron problemas. El mármol era una material que escaseaba entonces en Florencia y el control de los bloques disponibles lo ejercía su enemigo el escultor Bandinelli. Ser enemigo de Cellini no era nada extraordinario: su carácter agrio, violento e intolerante le había enemistado con casi todo el mundo.
El caso es que, que según Cellini, Bandinelli le había prometido, a través de un intermediario, suministrarle un bloque y llevárselo a casa. En una carta de junio de 1548 Cellini reclamaba el bloque pero como Bandinelli negaba haber hecho tal promesa se entabló una agria disputa que llegó a conocimiento de Cosme I. El duque decidió que se le llevase un bloque a su taller. 

Pero no acabaron aquí los problemas. Al empezar a tallarlo notaba que en algunos sitios sonaba diferente, indicativo de una grieta. Esto podía ser un gran inconveniente: muchos bloques debieron abandonarse por esa causa. El incidente es citado por Vasari en la Vita del Bandinelli y por el propio Cellini en la "Vita". Se quejaba de que el bloque estaba agrietado por lo que se arrepintió de haber iniciado esa obra que tuvo que dejar inacabada:  “Subito io melo feci portare in bottega, e cominciai a scarpellarlo; et in mentre che io lo lavoravo, io facevo il modello […] et perché io lo sentivo tutto crocchiare, io mi pentì più volte di averlo mai cominciato allavorare: pure ne cavai quel che potetti, che è l’Apollo e Iacinto, che ancora si vede imperfetto in bottega mia

Aunque nos dice que estaba sin acabar en su taller, el grupo no se cita en el inventario de obras de Cellini de febrero del 1570 por lo que se creyó que la obra se había perdido. 
Pero a finales de la década de 1930 un estudioso de Cellini, el alemán Friedrich Kriegbaum especializado en el Renacimiento italiano, lo identificó en los jardines de Boboli, junto al florentino palacio Pitti. Suponía que se había colocado allí entre 1757 y 1779 ya que en la descripción del jardín hecha por Cambiagi en 1757 no se cita, mientras que en "Le statue e gruppi esistenti in Firenze entro il Real Giardino di Boboli disegnate e intagliate da G. Vescelleni" (1779) se reproduce una obra similar a esta. La diferencia radicaba en una clava o maza en la mano izquierda de Apolo, que interpretó como un añadido erróneo del siglo XVII ya que el atributo de Apolo es el arco. 
Sus formas coinciden con el dibujo que de esta escultura realizó Cellini y que se conserva en Mónaco. 
Kriegbaum opinaba que pasó a manos de los Medici de acuerdo con la última voluntad de Cellini de donar todas sus estatuas, acabadas o no, al príncipe Francisco I, hijo de Cosme I.

La estatua representa a Apolo en pie y a sus pies, arrodillado, un jovencísimo Narciso que se lleva la mano derecha a la cabeza, como señalando el lugar donde ha sido herido, mientras que con la izquierda sostiene unas flores que simbolizan su muerte y nos recuerdan el mito.  



La mano izquierda de Narciso sostiene las flores en las que se transformará su sangre después de su muerte. De esa manera Cellini alude a la tragedia ya que las características del bloque de mármol le impedían desarrollarla de forma más explícita. La mano derecha es más grande lo que sugiere que la escultura fue acabada por otro autor.

Cellini modificó la iconografía del mito ya que el tema del lanzamiento del disco le suponía grades dificultades de representación. También resultaba difícil reproducir la imagen de Apolo inclinado sobre Jacinto muerto. Por eso representa a Jacinto todavía vivo con una cuidadosa descripción anatómica. La mano derecha es desproporcionadamente grande, un error impropio de Cellini. Por eso se supone que debió ser obra de otro escultor que habría finalizado los detalles inconclusos de la escultura. Este escultor es también probablemente el responsable de la pobreza anatómica del torso de Apolo, y de la poca belleza de su nariz y oreja, mientras la parte posterior, con una hermosa cabellera, es obra de Cellini.


Cabeza de Apolo que Cellini dejó inconclusa y fue acabada por otro escultor menos hábil
.
Contribuye a confirmar la adscripción a Cellini de esta obra el hecho de presentar unas ranuras en la parte superior, probablemente las terminaciones de las vetas que atravesaban todo el bloque según indicaba Cellini cuando afirmaba que el bloque producía un mal sonido.



NOTAS:

[1] El mito de Jacinto según Ovidio (Metamorfosis, libro X)

"A ti también, Amiclidia [Jacinto], te habría colocado Febo [Apolo] en el cielo, si los tristes hados le hubieran dado tiempo a colocarte; en lo posible, eres sin embargo eterno y, cuantas veces la primavera rechaza al invierno y Aries sucede al lluvioso Piscis, tantas veces naces tú y las flores en el verde césped. 
A ti mi padre te amó más que a todos y Delfos, situada en medio del mundo, se vio privada de su patrón, mientras el dios frecuentaba el Eurotas y Esparta sin murallas. Ni las cítaras ni las flechas gozan de su favor: olvidándose de sí mismo, no rehúsa llevar las redes, sujetar los perros o acompañarte por las cumbres de una abrupta montaña, alimentando sus llamas con un largo trato. 
Y ya Titán casi estaba en medio de la noche que viene y la pasada, distando de las dos igual espacio: alivian los cuerpos de vestidos, brillan por el juego de aceite grasiento e inician una competición con el ancho disco, que Febo, tras equilibrarlo, lanzó el primero a los aires celestes y hendió con su peso las nubes que se interponían; volvió a caer tras largo tiempo el peso en tierra firme, exhibiendo una técnica unida a la fuerza. Al punto, el Tenárida [Jacinto], imprudente y estimulado por la pasión del juego, se apresura a recoger el disco, pero la dura tierra, tras repeler a aquél con el peso, lo lanza contra tu rostro, Jacinto. 
El mismo dios palidece igual que el joven, recoge los miembros caídos, reanimándote unas veces, secando otras tus funestas heridas o sosteniendo otras el aliento vital que huye aplicándote hierbas: de nada sirve la técnica, la herida es incurable. Como si alguien e un jardín regado destrozara violetas, adormideras y lirios erizados de lenguas azafranadas, aquéllas, marchitas, de repente dejan caer su cabeza pesada, no se sostienen y contemplan la tierra con su cima, así yace el rostro del moribundo, y la cerviz, sin fuerzas, es una carga para sí misma y se recuesta sobre su hombro. "Te marchas, Ebálida, despojado de tu primera juventud", dice Febo, "y veo tu herida, mi culpa. Tú eres mi dolor y mi crimen; mi diestra ha de ser inscrita con tu muerte: yo soy el responsable de tu final. Pero, ¿cuál es mi culpa? A no ser que a jugar se le pueda llamar culpa, a no ser que también a amar se le pueda llamar culpa. ¡Y ojalá se me permitiera entregar mi vida en tu lugar o contigo! Pero puesto que debemos cumplir la ley del destino, siempre estarás conmigo y quedarás en el recuerdo de mi boca. En tu honor sonará la lira pulsada por mi mano, en tu honor sonarán mis versos y como nueva flor imitarás mis gemidos. Y llegará un día en que un héroe muy valiente se añada a esta flor y sea leído en la misma hoja". 
Mientras la verídica boca de Apolo expone tales hechos, he aquí que la sangre, que derramada en la tierra había marcado la hierba, deja de ser sangre y más brillante que la púrpura de Tiro nace una flor, tomando la forma de los lirios, si no fuera porque éstos tendrían un color de púrpura y aquéllos de plata. No es suficiente esto para Febo (en efecto, él es el responsable del honor): él mismo graba sus gemidos en las hojas y la flor tiene la inscripción de AIAI, trazándose letras de luto. 
Y Esparta no se avergüenza de haber engendrado a Jacinto; su culto perdura todavía, y cada año retornan las Jacintias para ser celebradas según las antiguas costumbres con una procesión".


[2] El santuario de Jacinto en Atenas según Pausanias en "Descripción de Grecia", Libro III, cap.XIX.

"una estatua de arte antiguo y que, quitando la cara, las manos y los pies, el resto es como una columna de bronce. Tiene en la cabeza un casco y en las manos una lanza y un arco. 
La base de esta estatua hace la forma de un altar, y la tradición del país es que Jacinto está enterrado allí como un semidiós, por lo que hacen la fiesta solemne de las Jacintias antes de sacrificar a Apolo. Se abre una puerta trasera de latón que se encuentra en la parte izquierda del altar, y que es el recuerdo de Jacinto. Sobre esta base, se representa en relieve en un lado con Poseidón Anfitrite, por otra, la nereida Biris. En otro lugar Zeus y Hermes están hablando, junto con Dioniso e Ino acompaña a Semele. 
En otra se ve a Démeter, Plutón y Proserpina, y después de ellos, las moiras y las horas. Siguen Afrodita, Atenea y Artemisa, estas diosas llevan al cielo a Jacinto y Polibea su hermana, que murió virgen, dicen. Se representa a Jacinto ya con barba en el mentón. Nicias hijo de Nicodemo (Plinio XXXV-133) en un lugar donde oyó que Apolo estaba enamorado de Jacinto, lo pintó como un hombre joven en la flor de su belleza."

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