sábado, 3 de enero de 2015

Tragedia y mito de Beatrice Cenci, la atractiva joven romana condenada a muerte por el asesinato de su padre. 



Francisco Amillo


El año 1599 el famoso pintor Michelangelo Merisi Caravaggio pintaba un cuadro de tema bíblico: Judit decapitando a Holofernes. Se caracteriza por los fuertes contrastes de luz y sombra típicos de la escuela que él creó, la tenebrista. Pero lo que ahora me interesa destacar es otra característica que también defendió: el realismo extremo. Se aprecia en el rostro y manos de Abra, la criada, y también en el rostro normal y corriente de Judit, a pesar de que según la Biblia era de una belleza extraordinaria. Tomó como modelo a una prostituta que trabajaba para el comitente del cuadro. Fue una imposición suya y ya se sabe que quien paga manda...

Según varios autores el realismo es también muy notable en la representación de la decapitación. "Caravaggio describió una escena de decapitación tan veraz, que el espectador por primera vez, se sintió relacionado con la experiencia sensorial e interna producida por el seccionamiento de un cuello".
La sangre de un rojo intenso, sale proyectada con tanta fuerza en varios chorros que casi no mancha las sábanas. Es tan realista, dicen, que tuvo que inspirarse en una ejecución real, la de Beatrice Cenci. En la versión inglesa de wikipedia se recoge esta opinión y se cita la fuente. Dice que "the details of blood and decapitation, were presumably drawn from his observations of the public execution of Beatrice Cenci a few years before". 
Aunque aquí se confunde la fecha ya que la decapitación se produjo en el mismo año 1599 en el que se acabó el cuadro. 
Es una opinión defendida por varios autores pero sabemos que Caravaggio había entregado el cuadro a su comitente a finales de septiembre y la ejecución de Beatrice había ocurrido el día 11 de ese mes. Poco tiempo para hacer cambios. Además  tampoco hizo modificaciones en la sangre aunque sí en la cabeza de Holofernes: los rayos X han revelado que Caravaggio varió su colocación, separándola ligeramente del torso y moviéndola  hacia la derecha. Por tanto no parece probable que sea cierto que se inspirara en la ejecución de Beatrice Cenci. Pero sí en otras, porque en aquellos tiempos los verdugos estaban muy ocupados...



1 Caravaggio: "Judit y Holofernes" 1599. Óleo sobre tela 144×195 cm. Galería Nacional de Arte Antiguo, Roma.

De todas formas intentar averiguar la verosimilitud de este detalle del cuadro me obligó a buscar información sobre Beatrice Cenci (1577-1599), un personaje que impresionó no sólo a sus contemporáneos sino también a una multitud de artistas y escritores posteriores. Me encontré con una historia tan interesante que no he resistido la tentación de compartirla con vosotros.  

Beatrice era una aristócrata italiana que se convirtió en un mito en la Roma del siglo XVII. Si embargo su historia fue bastante anodina y nada hacía presagiar su futura leyenda. Esta llegó con su trágico final a los veintidós años de edad ya que fue condenada a muerte tras un rocambolesco y mediático juicio por parricidio que dio pábulo a la creación de un mito.
Desde entonces la leyenda se enseñoreó de su biografía, tanto que incluso en la actualidad nos resulta muy difícil separar ambos aspectos.  Es un mito que sigue teniendo una gran fuerza...



2 Guido Reni (1579-1642): "Retrato de Beatriz Cenci", h. 1600. Óleo sobre lienzo, 75x50 cm.  Colección Barberini. Realizado al año siguiente de su muerte cuando ya se había convertido en un mito. Se dice que la representó en forma de sibila.

Para entender la historia de Beatrice es precio hablar primero de su padre Francesco Cenci (1549-1598). Era un noble romano hijo de Beatrice Arias y de Cristóbal Cenci, un clérigo que amasó una cuantiosa fortuna ejerciendo el importante cargo de tesorero general de la Cámara Apostólica. Eso suponía que por sus manos pasaba todo el dinero de los Estados Pontificios y algo se quedaba en ellas. Que un clérigo tuviese hijos, lógicamente sin estar casado, era muy normal en la Roma renacentista. Los ejemplos de los papas Alejandro VI y su enemigo Julio II son de sobra conocidos, pero había muchos más. El concilio de Trento intentó acabar con esta vida licenciosa de los eclesiásticos pero Cristóbal Cenci no se dio por enterado...  

Cuando murió en 1562 su hijo Francesco, de 13 años de edad, heredó una fortuna considerable y el título de conde.
Al año siguiente casó con Ersilia Santacroce, que también tenía catorce años. Vivieron en Roma, en Palazzo Cenci, junto ghetto El matrimonio duró veintiún años y tuvo doce hijos de los que sólo siete llegaron a la edad adulta, cinco varones y dos mujeres. 

En 1584 Ersilia murió de parto y Francesco hizo ingresar en un convento de franciscanas a sus dos hijas, Antonina y Beatrice. Ésta era la más pequeña y tenía 10 años. Estuvieron educándose con las monjas ocho años, tras los cuales regresaron a la casa paterna. 
Al año siguiente, en 1593, Francesco casó en segundas nupcias con Lucrecia Petroni, también viuda. Fruto de este segundo matrimonio fue Bernardo.

Se decía que Francisco era un hombre de carácter despótico y violento, que participó en peleas y episodios sangrientos. Pero la crueldad monstruosa que la tradición popular le ha atribuido ha sido negada por algunos historiadores.
Lo que sí parece claro es que había sido condenado tres veces por sodomía, delito que entonces suponía  la pena de muerte. Su condición de noble y el pago de grandes sumas de dinero le permitieron evitarla, aunque su patrimonio se resintió gravemente.
También es cierto que mantuvo pésimas relaciones con sus hijos varones que se ganaron una muy mala reputación por su vida disoluta y violenta. El hijo mayor, Giacomo había intentado asesinarlo en 1595 y sus otros dos hijos, Rocco y Cristoforo, murieron en peleas.

Según la leyenda sus esposas sufrieron las consecuencias del carácter sumamente violento de Francesco. Sus hijas Antonina y Beatrice también padecieron malos tratos e incluso intentos de violación, extremo este que los historiadores actuales han cuestionado.

De todas formas las relaciones en el seno de la familia debían ser muy malas. Eso explicaría que Antonina, la hija mayor, buscara la ayuda del papa Clemente VIII. Le suplicó que la liberara de la opresiva patria potestad enviándola a un convento o casándola. El papa, como máxima autoridad política de los Estados Pontificios, le concedió la segunda petición y concertó su matrimonio con el joven noble Carlo Gabrielli obligando a Francesco a pagar una gran dote.



3 Harriet Goodhue Hosmer: "Beatrice Cenci, 1857. Escultura en mármol. Mercantile Library, University of Missouri-St. Louis.

Poco después envió a Beatrice, a su esposa Lucrecia y a los dos hijos varones que le quedaban a la localidad de Petrella Salto, donde poseía un pequeño castillo denominado la Rocca. Estaba en el Reino de Nápoles y por tanto fuera de la jurisdicción del papa ya que pertenecía al rey de España. 

No está clara la causa de este traslado. Según la leyenda lo hizo por temor a que Beatrice siguiese el ejemplo de Antonina y buscara el amparo de Clemente VII para huir de casa. Los más malpensados dijeron que quería tenerla para él sólo. Otros, que quería evitar que el papa le obligara a pagar otra alta dote.


4 Iglesia de Santa María la Mayor en Roma. Estatua de Clemente VIII de la familia Borghese y papa de 1592 a 1605.

Otra versión explica que Beatrice alertó a las autoridades sobre sus abusos, pero no se hizo nada a pesar de que todos en Roma sabían qué clase de persona era su padre. Cuando Franceso se enteró de que su hija lo había denunciado la envió junto con su madrastra lejos de Roma, al castillo de la familia. 
Sin embargo hay historiadores que sostienen que fue para ocultar un embarazo de la soltera Beatrice, una gran deshonra según la mentalidad de la época.

En 1597 Francesco, enfermo de sarna y gota y presionado por los acreedores, se retiró también a Petrella. Con su presencia, la vida de la familia volvió a ser muy dura, un infierno. Y tomaron la decisión de asesinarlo.

El 9 de septiembre 1598 intentaron matarlo suministrándole opio en una bebida para simular una muerte por enfermedad. Pero la dosis no debió ser lo suficientemente alta ya que sólo consiguieron dormirlo profundamente. Por eso recurrieron a dos sirvientes del castillo. Uno era Olympio Calvetti, del que algunos autores dicen que era amante de Beatrice. El otro era Marzio de Fioran, llamado "il Catalano". Recibirían 2.000 cequíes de oro. Siguiendo las indicaciones de Giacomo, Lucrecia y Beatriz los sicarios entraron en su dormitorio y le clavaron dos grandes clavos con un martillo, uno por el ojo y otro por la garganta.

Trataron de ocultar el crimen simulando un accidente. Vistieron el cuerpo, abrieron un boquete en un balcón y arrojaron el cuerpo muralla abajo, al barranco rocoso que rodeaba el castillo. A la mañana siguiente la familia dijo que al levantarse Francesco y asomarse al balcón éste se había hundido y se había precipitado al vacío. 

Sin embargo nadie creyó la versión de la familia. Un testigo certificó que el cadáver estaba muy frío como correspondía a un cuerpo que llevaba varias horas muerto y no recién caído. 
Pese a que el asesinato era un  secreto a voces en un principio la justicia no hizo averiguaciones. Enterraron a Francesco en la iglesia de Santa María de Petrella y su familia regresó a Roma, a su residencia en el Palazzo Cenci.

A pesar de los continuados rumores y sospechas de la opinión pública sobre la causa real de la muerte de Cenci las autoridades de Nápoles no intervinieron hasta que Marzio de Fioran fue encarcelado por otro delito. Fue torturado, algo habitual en los procedimientos judiciales de la época, y acabó confesando los dos delitos. Eso les llevó a investigar los hechos. 
Exhumaron el cuerpo y un médico y dos cirujanos que lo examinaron excluyeron su muerte por accidente a causa del tipo de heridas que presentaba en la cabeza. Una lavandera declaró que Beatrice le había pedido que lavara las sábanas empapadas de sangre indicándole que se habían ensuciado porque había tenido una fuerte hemorragia. Las autoridades napolitanas enviaron los correspondientes informes a Roma y pidieron la extradición de los Cenci.

Olympio Calvetti huyó y no pudo ser interrogado. Pero eso no le libró del destino funesto reservado a todos los que intervinieron en este asunto: acabó siendo asesinado por un familiar de los Cenci para que no contara nada.
Con los informes llegados de Nápoles la familia Cenci fue encarcelada y se inició el juicio en Roma. El papa no había aceptado la petición de extradición de la justicia napolitana. Se trataba de una familia muy rica y se incautaría de sus bienes si era condenada a muerte.

Según la leyenda Beatrice fue torturada con una cuerda. Soportó el sufrimiento heroicamente sin confesarse culpable. No le sirvió de nada, porque su madrastra y hermanos sí confesaron y la acusaron de ser la principal instigadora del parricidio. 

A pesar de eso el pueblo de Roma se puso de su parte, aceptando los argumentos de la defensa sobre las violaciones y malos tratos que sufría por parte del padre. Los romanos estaban muy descontentos con el gobierno absoluto del papa y se extendió el rumor de que Clemente VIII quería apoderarse de la fortuna de los Cenci y para eso necesitaba su condena. Beatrice se convirtió así en una víctima del despotismo papal y un ídolo popular para los romanos. Su leyenda comenzó a forjarse.



5 Beatrice Cenci en la cárcel,  obra de Achille Leonardi, 1852.

Pero la presión popular sólo consiguió retrasar la ejecución de la sentencia. Clemente VIII no hizo honor a su nombre y desoyó las peticiones de clemencia. Giacomo subió al patíbulo donde recibió un mazazo que le causó la muerte y luego su cadáver fue descuartizado. Beatrice y Lucrezia fueron decapitadas a espada. El hermano menor, Bernardo, que entonces tenía trece años y no había tomado parte activa en el crimen, fue declarado culpable de no informar y se le obligó a presenciar la ejecución de su familia. Previamente había sido condenado a galeras a perpetuidad. Sólo unos pocos años más tarde, tras el pago de una gran suma de dinero, recuperó la libertad y abandonó las galeras pontificias.

El cuerpo de Beatrice Cenci fue recogido por los hermanos de la Cofradía de la Misericordia y, rodeados por la multitud, lo llevaron en procesión hasta la iglesia de San Pietro in Montorio. La enterraron bajo el altar mayor adornado con rosas, con  la cabeza apoyada en una bandeja de plata, como un homenaje a la víctima de la opresión de los poderosos.



6 En la última década del siglo XIX trabajando en la canalización del Tíber se encontraron junto al puente de Castel Sant'Angelo los almacenes con los instrumentos de los verdugos. Apareció esta "espada de la justicia"  del siglo XVI. Es casi seguro que con ella se realizaron las decapitaciones de Beatrice Cenci y Lucrecia Petroni. La hoja es de 101 cm de largo, 5 de ancho en la punta y 7 en la base. La empuñadura de madera mide 39 cm.

La sentencia se había ejecutado al alba del 11 de septiembre 1599 en la plaza del puente del Castel Sant'Angelo abarrotado de gente. Entre el público es muy probable que estuviera el pintor Caravaggio observando la decapitación de las dos mujeres con máxima atención, con su mirada acostumbrada a escudriñar la realidad hasta en sus mínimos detalles. De ahí, afirman varios autores, procede el realismo extraordinario de su cuadro sobre la decapitación de Holofernes. Pero ya hemos visto que es poco probable...



7 Ejecución de Beatrice Cenci.

Las propiedades de los Cenci fueron confiscadas y pasaron a la familia del papa. Para el pueblo de Roma Beatrice se había convertido en un símbolo de resistencia contra las arbitrariedades de la aristocracia y el papado. Y así surgió su leyenda de heroína noble y hermosa, víctima de la lujuria de la aristocracia y de la codicia del papa... 
Para embellecerla aún más se cuenta que cada año en la noche anterior al día de su decapitación vuelve al puente de Sant'Angelo llevando la cabeza entre sus brazos...

Esta triste y romántica historia se mantuvo durante mucho tiempo en el imaginario colectivo y no sólo de los romanos. En los siglos siguientes y en varios países inspiró a varios artistas y también a escritores como Shelley (Los Cenci: una tragedia en cinco actos, 1819), Stendhal (Los Cenci, crónicas italianas, 1839), Dumas (Los Cenci, 1938), Artaud (Los Cenci, 1934). Alberto Moravia escribió una obra teatral (Beatriz Cenci, 1958) y Alberto Ginastera escribió en 1971 una ópera en dos actos. En cuanto al cine ha dado origen a tres films, los de Guido Brignone (Beatrice Cenci, 1941), Riccardo Freda (Beatrice Cenci, 1956) y Lucio Fulci (Beatrice Cenci, 1969).

El primer intento de tratar el tema con evidencias documentales fue el de A. Bertolotti en su obra "Francesco Cenci e la sua famiglia" (2ª edición, Florencia, 1879). Incluye una serie de documentos con los que intenta sitúar los acontecimientos en su verdadera dimensión. Dio a conocer el testamento de Beatrice y sugiere la existencia de un hijo oculto de Beatrice, criado por la señora Catarina de Santis. Dejaba en un principio 300 escudos a un "pobre niñito" y luego, el último día de vida, amplió la suma a 1.000 escudos disponiendo que al cumplir los 20 años de edad podría poseer libremente ese dinero. En base a estos datos se ha sugerido que este niño misterioso pudo haber sido fruto de una relación  con Olympio Calvetti y que su embarazo fue el motivo por el cual su padre la encerró en La Rocca.

Como habéis podido comprobar es una historia con muchas incertidumbres, tantas que no sabemos con certeza donde acaba la realidad y empieza la leyenda. Además el mito de Beatrice Cenci es  tan poderosamente atractivo que se resiste a desaparecer...

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