domingo, 1 de junio de 2014

El gigante Prometeo o el castigo a las conductas altruistas y desinteresadas.



Francisco Amillo Alegre


Érase una vez un gigante bueno que robó un poquito de fuego a los dioses, que tenían de todo en grandes cantidades, y se lo regaló a los humanos, que carecían hasta de lo más imprescindible. Como premio por esta buena acción fue condenado a sufrir una terrible tortura durante toda la eternidad.
"Cría cuervos y te sacarán los ojos", "Métete a redentor y acabarás crucificado". 



1 Prometeo encadenado, escultura en mármol del año 1762 tallada por Nicolas Sébastien Adam y conservada en el Louvre. Destacan el dramatismo del rostro y del cuerpo con los músculos en tensión, juntamente con dinamismo que viene dado por las numerosas líneas oblicuas del cuerpo y por los vestidos y el humo de la antorcha, fuertemente agitados por el viento que produce el águila al batir sus alas.



Está claro que el refranero popular y la mitología coinciden en señalar que las conductas altruistas y desinteresadas suponen a menudo un grave perjuicio para quien las protagoniza... 
Y en la historia hay casos concretos que parecen dar la razón a esta visión individualista y egoísta. Podría citar muchos ejemplos de personas que se entregaron a hacer el bien a sus semejantes y que sufrieron castigo por ello. En el mundo clásico destacan Sócrates condenado a muerte por enseñar a pensar de forma libre, los hermanos Graco asesinados por querer igualdad de derechos entre patricios y plebeyos y Espartaco crucificado por querer la libertad de los esclavos. En la Edad Media los valdenses, cátaros y husitas plantearon desde una base religiosa, una crítica a las desigualdades políticas y económicas que supusieron numerosas condenas a muerte. Un caso similar fue en el Renacimiento el de Savonarola, ejecutado por criticar los excesos y lujos del Papa y de los Medici...
Seguro que podéis añadir muchos ejemplos más. Pero, antes de analizar si de estos hechos se puede deducir alguna conclusión válida, me gustaría volver al tema de Prometeo. 



2 Jan Cossiers: "Prometeo trayendo el fuego", año 1637. Museo del Prado. Su carácter de gigante viene resaltado por la potente musculatura. Destaca también la pose compleja que muestra su descenso hacia la tierra.



En griego Prometeo significa "el que ve por anticipado", o sea el que es previsor. Era hermano de los titanes Atlas, Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia. Tenía el don de la profecía y no temía a los dioses por lo que puso en  ridículo a Zeus en varias ocasiones. 
Este mito de Prometo, como la inmensa mayoría de los mitos clásicos, presenta numerosas variaciones según autores y épocas. Yo me he basado en cuatro relatos: el de Hesíodo en su "Teogonía", el de Platón en su diálogo "Protágoras", el de la tragedia "Prometeo encadenado" atribuida tradicionalmente a Esquilo y en la "Biblioteca Mitológica" del seudo Apolodoro en el siglo I o II de nuestra Era. 
He intentado construir un relato coherente a partir de estas fuentes obviando las contradicciones en las que a veces incurren.



3 "Prometeo encadenado", óleo sobre lienzo de 173 × 233 cm., pintado hacia 1590 por Gregorio Martínez (1547-1598).  Museo del Prado. Al fondo el Tártaro o infierno. Según Esquilo prefería haber sido enviado allí para que nadie viese su suplicio.


Ya hemos visto que Prometeo tenía un hermano llamado Epimeteo, que significa "el que ve después" o sea, el que es incapaz de prever las consecuencias de sus actos. Platón nos ofrece una versión del mito: 
"Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales [animales y hombres]. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución. "Una vez que yo haya hecho la distribución -dijo- tú la supervisas". Con este permiso comenzó a distribuir. A unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas especies, en tanto que para aquéllas a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. [...]



4 Cuadro de Ruben que en 1618 escribió sobre él: “un Prometeo encadenado al monte Cáucaso con un águila que devora su hígado. Original de mi mano. El águila pintada por Snyders”

De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades [...] tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. [...] Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los animales. Quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en ese trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquélla fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la Acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo."

Según Esquilo las cosas ocurrieron de forma algo diferente. Mientras su hermano repartía los dones a los animales, Prometeo se afanaba en fabricar una criatura semejante a los dioses: el ser humano. Pero su trabajo progresaba tan lentamente que, cuando terminó, su hermano ya había gastado todos los dones que Zeus les había dado para repartir. Vio a los humanos tiritando de frío en las noches de invierno y decidió robar el fuego de los dioses porque Zeus no quiso ayudarlos entregando más dones. Trepó el monte Olimpo y robó fuego de la forja de Hefesto, llevándoselo en el tallo de un hinojo, que arde lentamente



5 Sarcófago romano del siglo I o II d.C. conservado en el Museo del Prado. Vemos a Prometeo y Atenea fabricando a los hombres con arcilla según se narra en la tragedia atribuída a Esquilo.


Según Hesíodo, para aplacar a Zeus, Prometeo aconsejó a los humanos que sacrificasen un gran toro en su honor. El olor de la víctima quemándose llegó hasta el Olimpo y Prometeo, buscando favorecer a los humanos, urdió un engaño: puso la carne debajo y encima los huesos, vísceras y tendones bien cubiertos de grasa, que en aquella época se consideraba un alimento muy apetitoso. Dejó que Zeus eligiera qué comerían los dioses y éste, engañado por el olor, eligió los huesos y vísceras. Desde entonces los humanos, cuando sacrificaban un animal a los dioses, sólo quemaban en el altar huesos y vísceras y luego consumían ellos la carne. 
Al percatarse de su error Zeus decidió vengarse urdiendo a su vez otro engaño. Ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla. A Afrodita le mandó otorgarle gracia y sensualidad, a Atenea el dominio de las artes domésticas y a las Gracias y las Horas adornarla con hermosos atavíos. Para Hermes reservó lo peor: sembrar en su ánimo mentiras, seducción y un carácter inconstante. Zeus quería crear un hermoso regalo envenenado que los gigantes, al verlo, no podrían negarse a aceptar. Pero con él aceptaban, sin saberlo, un sinnúmero de desgracias para sus protegidos, los hombres.
Dio vida a esta hermosa criatura y le dio un nombre también hermoso: Pandora, que significa "portadora de todas las cosas"; sólo cosas buenas, a juzgar por su aspecto. La envió a Prometeo acompañada de un ánfora que le había regalado Hermes como dote. En dicha ánfora, transformada en el Renacimiento en un cofre, "la caja de Pandora", se escondían todas las desgracias (enfermedades, dolor, pobreza, crimen, etc.) con las que Zeus quería castigar a la humanidad.

Prometeo no se dejó engañar por la belleza de Pandora y no quiso aceptarla. Entonces los dioses la enviaron a Epimeteo, que la recibió alborozado y se casó con ella. De nada sirvieron las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses. 
La astucia y previsión de Prometeo le habían hecho estar en lo cierto: aunque su esposo le había prohibido abrir el ánfora, o tal vez precisamente por eso, Pandora terminó abriéndola. Y desde entonces así nos van las cosas a los mortales...

Zeus se había vuelto a enfurecer al ver cómo Prometeo le había burlado de nuevo. Hizo que lo llevaran al norte de la Escitia, al monte Cáucaso. Allí fue encadenado a una roca por Hefesto con la ayuda de Fuerza y Violencia. Luego envió un águila para que se comiera su hígado. Pero como era inmortal volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. 



6 Cerámica griega de hacia el 550 a.C. con Hermes contemplando el suplicio de Prometeo.

Según Esquilo Prometeo se lamentaba así de su triste destino: "Por haber proporcionado un privilegio a los mortales me veo desdichado." Añadía que preferiría haber sido arrojado al Tártaro, es decir el infierno, para que nadie pudiera ver su desgracia. Pero confiaba en que Zeus le liberaría porque, por su don de profecía, conocía un plan para arrebatarle su calidad de rey de los dioses aunque no lo revelaría hasta ser liberado de sus cadenas.
Zeus temía otra estratagema de Prometeo y quería que antes de su liberación, revelase el plan para destronarle. Ambos se mantuvieron firmes en sus propósitos y el castigo se prolongaba indefinidamente. 
Pero un día Hércules (Heracles en griego) que buscaba el jardín de las Hespérides, pasó junto a Prometeo y le liberó disparando una flecha al águila. 
Esta vez Zeus no se enfureció porque Hércules era su hijo y al liberar al gigante adquirió muchísima gloria, lo que enorgulleció su corazón paterno. 
Así que Prometeo pudo volver al Olimpo y desvelar a Zeus lo que tenía que hacer para continuar como rey de los dioses. Éste le perdonó pero le impuso una condición: debería llevar siempre consigo la roca a la que fue encadenado, como recuerdo de su osadía y castigo.



7. El pintor valenciano José de Ribera, afincado en Nápoles, pintó este Prometeo en 1630. Destaca la técnica tenebrista con un fondo totalmente negro del que emerge el cuerpo fuertemente iluminado. Otras características notables son el impactante realismo de la anatomía y la terrible expresión de dolor en el rostro del atormentado Prometo.

Hasta aquí la Mitología. Para griegos y romanos el mito era una forma de explicar por qué el mundo es como es, una explicación del origen del hombre y de las normas morales y éticas que deben regir su conducta. Era preciso aceptar la voluntad de los dioses, por arbitraria, dolorosa e incomprensible que resultase.  Ellos eran inmortales y dictaban las normas y los humanos sólo podían hacer una cosa: acatarlas. 
Aún así admiraron a Prometeo por todo lo que había aportado a la humanidad. "Como introductor del fuego e inventor del sacrificio, Prometeo es considerado el Titán protector de la civilización humana. En Atenas, se había dedicado un altar a Prometeo en la Academia de Platón. Desde allí partía una carrera de antorchas celebrada en su honor por la ciudad, en la que ganaba el primero que alcanzaba la meta con la antorcha encendida." (Wikipedia) 

En el Renacimiento y el Barroco este tema de  los titanes que se rebelan contra los dioses y sufren un terrible castigo cobró gran auge. Los monarcas absolutos lo tomaron como ejemplo: el castigo cruel era el destino cierto de los que se atreviesen a sublevarse contra ellos. Prometeo y los demás gigantes enfrentados a sus señores naturales se convirtieron en villanos. Carlos I, Felipe II y Felipe IV se identificaron perfectamente con esta doctrina y encargaron a Tiziano, Rubens y otros autores obras al respecto. Pudimos verlas en la magnífica exposición temporal del Museo del Prado titulada "Las Furias. De Tiziano a Ribera" en la que se explicó cómo estas obras constituyeron un alegato político a favor del absolutismo y al mismo tiempo fueron un reto técnico para los pintores por la violencia, movimiento y sufrimiento que debían transmitir.

Con la Ilustración del siglo XVIII y el romanticismo del XIX Prometeo volvió a ser el héroe que con su sacrificio personal había favorecido a la humanidad. Era un modelo, un ideal de vida, para los revolucionarios de esos siglos...



8. El pintor francés Emile Jean Horace Vernet pintó este cuadro "El prometeo polaco" en 1831. Rusia, simbolizada por el águila imperial, ha derrotado al pueblo polaco, comparado con Prometeo. Visión romántica del héroe que da la vida por la Patria.

En los siglos XX y XXI la Mitología ha dejado de ser un referente ético pero no se ha olvidado y Prometeo sigue siendo objeto de representaciones artísticas. Los miramos a ambos, Mitología y Prometeo, con otros ojos. Somos más críticos, pero seguimos encontrando en ellos elementos inherentes al ser humano, rasgos comunes a todas las épocas y civilizaciones. Reflexionar sobre ellos es reflexionar sobre la naturaleza íntima del ser humano.



9. "Prometheus" 1980–87 de Menashe Kadishman  en el Meyerhoff Art Education Center, de Tel Aviv. Visión contemporánea del mito aludiendo al héroe que se sacrifica por la independencia su pueblo. El artista enfatiza el sufrimiento, necesario para la construcción del Estado de Israel.

Y esto me hace retomar la pregunta inicial: ¿son las conductas individualistas e insolidarias las más adecuadas para el ser humano? ¿Es cierto que el egoísmo individual nos libra de males mayores?
Si miramos a nuestro alrededor veremos que hay ejemplos de este tipo de conductas. En nuestro país pueden ser los numerosos políticos corruptos que están siendo procesados (y algunos condenados). 


10. El pintor flamenco Dirck van Baburen pintó en 1623 este cuadro en el que Hefesto  o Vulcano está en su fragua encadenando a Prometeo bajo la mirada complacida de Hermes o Mercurio que supervisa el castigo del gigante. Destacan el realismo, el dinamismo y la expresión de sentimientos, de dolor extremo en el caso de Prometeo.


Pero si no dejamos que estos casos ofusquen nuestra visión veremos que el altruismo es la base de nuestra civilización. Empieza con el máximo altruismo, el de la familia, con padres, abuelos, etc., dándolo todo a cambio de nada. Sigue por el de muchísimas personas como educadores, médicos, bomberos, policías, etc., que realizan su profesión por algo más que por un salario: por un afán de servir a la colectividad. Y en las ONG encontraremos miles y miles de personas que calladamente pero de forma tremendamente eficaz ayudan a colectivos marginados en forma de bancos de alimentos, comedores sociales, centros de acogida, ayuda a los ancianos y personas dependientes, etc. Y lo hacen sin esperar nada material a cambio, se conforman con la sonrisa y la felicidad de las personas a las que ayudan. 


Visto así el ser humano no es tan malo como muchas veces parece...




Adenda: 
Dedico este post a mi amigo Cecilio González. Durante unos meses ha llevado a cabo una lucha “titánica” para conseguir que el LOW FESTIVAL de Benidorm no fuera una carga para el erario municipal. Lo ha hecho de forma altruista y generosa, buscando únicamente el bien de Benidorm. 
No ha tenido éxito y su recompensa, en algunos sectores, ha sido recibir descalificaciones y acusaciones de intereses ocultos... Pero algún día se sabrá toda la verdad y se pondrá a cada uno en el lugar que le corresponde.
 

1 comentario:

  1. Ya en la lectura de las primeras lineas de este interesante y documentadísimo trabajo intuí que mi admirado y buen amigo Paco Amillo había pensado un poco al escribirlo en mi lucha por intentar que Benidorm se ahorrase la friolera de alrededor de dos millones y medio de euros (entre lo que abonamos y lo que no recibimos). Sin exagerar. Según cálculos a la baja de un gran profesional en la promoción y organización de espectáculos.
    Pero no me imaginaba encontrarme con esta entrañable dedicatoria a mi humilde persona.
    Muchisimas gracias y un abrazo.
    Cecilio

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