sábado, 22 de junio de 2013

Tomás Becket (1118-1170), arzobispo de Canterbury y víctima en el conflicto Iglesia-Estado.


Queridos amigos de Agorabén: el profesor Antonio Bravo García, especialista en literatura anglosajona, nos habló el pasado miércoles  sobre un tema que domina: la historia medieval de Gran Bretaña. El tema elegido, el de las relaciones Iglesia-Estado, nos muestra un problema que ensangrentó la Edad Media (el propio Becket es un ejemplo) y continuó sin resolverse, o resuelto de manera discutida, en los siglos siguientes. En España es aún una asignatura pendiente para muchas personas que no entienden cómo un Estado que se define laico da un trato de favor a la Iglesia Católica. 

Antonio Bravo es autor del texto. Las imágenes y sus comentarios las he puesto yo, así que sólo yo soy responsable de su oportunidad o inoportunidad.  (Francisco Amillo Alegre).


Becket.

Antonio Bravo García



Tomás Becket, uno de los personajes más significativos de la Edad Media occidental, con el paso del tiempo se ha convertido en el símbolo de los enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado por conseguir la primacía en el poder.


Clave de bóveda en la nave central de la catedral de Exeter, Cornualles. La clave de una bóveda es la piedra que la cierra sustentando toda la estructura, porque en ella se concentran y neutralizan las presiones del arco. En el gótico se decoraba con elementos vegetales, heráldicos o relieves, que como es este caso, podían estar policromados. El artista demostró gran pericia para incluir seis personajes en el reducido círculo de la clave. Vemos a Becket arrodillado en el centro, a cuatro caballeros que le matan y a un canónigo testigo del suceso. La mitra arzobispal al lado de Becket indica su dignidad mientras que el altar y la cruz aluden a que su muerte ocurrió en la catedral de Canterbury.


Hoy no se podría entender a esta figura (personaje histórico y símbolo religioso) si no se tiene en cuenta aquel problema de las Investiduras que había tenido lugar décadas antes entre Enrique IV de Alemania y el papa Gregorio VII que se enfrentó con todos sus poderes eclesiásticos (incluida la excomunión) al emperador.

El Papa creyó resolver la cuestión del poder de los pontífices y los reyes mediante el tratado Dictatus Papae por el que se defiende que el Papa está por encima de cualquier otro poder en este mundo, pues éste está supeditado al poder de la Iglesia que gobierna en nombre de Dios, y a su vez se defendía que la Iglesia nunca se ha equivocado ni lo hará en el futuro. 
Gregorio VII

Es sabido que aquel enfrentamiento acabó con el exilio de Gregorio VII, la excomunión del emperador, y el primer cisma de los papas de Roma. Finalmente Enrique IV ante el temor de perder el trono, se arrepintió, pidió perdón de forma humillante ante el Papa en Canosa. Mas este problema no se resolvió, y los enfrentamientos por mantener la autoridad eclesiástica frente al Estado se han mantenido a lo largo de los siglos.

La Historia nos dice que Tomás Becket fue canciller y hombre de total confianza de Enrique II de Inglaterra, el soberano que más tierras tenía en su época debido, en parte, a su esposa Leonor de Aquitania. 
Tomás fue un hombre rico y poderoso que llegó a tener su propio ejército con el que ayudó a su rey frente al soberano francés. Era de origen normando, como Enrique II (aunque el cine y el teatro le consideren sajón por razones nacionalistas y dramáticas), personaje ilustrado que había estudiado en Roma, y que abandonó su carrera eclesiástica por servir a su rey y a la corona como canciller. 
Por aquel entonces Enrique II estaba enfrentado a los poderes de la Iglesia por la supremacía de los tribunales, y el rey quiso zanjar el problema nombrando a su canciller Becket como Primado de la Iglesia en Canterbury aunque no tuviera las órdenes sagradas, algo que logró en pocos días.
Miniatura de un manuscrito que muestra la muerte de Tomás Becket a manos de cuatro caballeros con cotas de malla.

Lo sorprendente de toda esta historia es que una vez que Becket llegó a ser Primado se pasó al bando de la Iglesia y se enfrentó a su amigo y soberano Enrique II, y estuvo dispuesto a defender los privilegios de la Iglesia aunque para ello tuviera que sufrir exilio y martirio.
Como no podía ser de otra manera, y teniendo en cuenta la personalidad de Enrique II y el contexto político y religioso de aquel tiempo, Tomás fue la víctima propiciatoria y terminó siendo mártir y santo pocos meses después de ser asesinado ante el altar de la catedral de Canterbury.


Lugar de la catedral de Canterbury donde fue asesinado Tomás Becket. Tres años después, el 21 de febrero de 1173, era canonizado por el papa Alejandro III. 
En 1174, un incendio asoló la parte este de la catedral, donde estaba depositado su sepulcro de mármol. Por iniciativa de Guillermo de Sens en 1220 se reconstruyó toda la cabecera, levantándose en el extremo oriental la Trinity Chapel como relicario monumental del santo. Permaneció allí hasta que en 1538, por orden de Enrique VIII, la tumba fue destruida y sus cenizas arrojadas al río.

Una vez más, por el miedo a la excomunión y el temor de perder la corona que le disputaban sus hijos, se vio forzado a ceder ante un pueblo ignorante y fanatizado por las doctrinas de la Iglesia que se preocupaba más del reino de la tierra que del reino de los cielos. Se volvió a la supeditación del poder del rey al poder de la Iglesia.

No sucederá así siglos más tarde, y tras el enfrentamiento de Enrique VIII con el papado aparecerá el cisma y la desmembración de la Iglesia de Roma. Pero el poder de la Iglesia siguió durante siglos en los países considerados tradicionalmente papistas, Italia, Francia, España, Polonia, Austria, Portugal e Irlanda entre otros, que mantuvieron concordatos favorables a la Iglesia hasta muy recientemente o que incluso permanecen hasta nuestros días.

Sin duda alguna, Tomás Becket es todo un símbolo y un santo que defendió los intereses de la Iglesia por encima de cualquier otro poder, acertada o equivocadamente. 


Frontal de piedra tallada dle altar de la iglesia de San Miguel de  Almazán, en Soria. Es de finales del siglo XII. 
La iconografía de Becket no es muy extensa. En las imágenes aisladas se representa  como obispo, mostrando la espada aún en la parte  superior de la cabeza o enseñando en la mano la parte superior del cráneo que le fue cercenada en el primer golpe. En las escenas se suele elegir  el momento de su asesinato:  junto a un altar  es golpeado con la espada por cuatro caballeros con cotas de malla. Tras el santo suele aparecer el canónigo Edward Grim llevándose la mano al hombro para indicar que fue herido por defender al arzobispo.


Mitra se seda de la abadía de Seligenthal en Baviera que muestra el asesinato de Tomás Becket. Esta imagen y la anterior muestran lo ventajosa que fue su muerte para el pontificado. Así que Becket "ganó una batalla después de muerto".




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