Un filósofo enamorado, un pintor homosexual y la búsqueda de “la media naranja” acabando en una pasarela de moda.
Francisco Amillo
Queridos amigos de Agoraben. Hoy empiezo esta nueva entrada con un título enrevesado y desconcertante… pero cierto. Espero que su rareza os anime a seguir leyendo.
Todo empezó cuando por casualidad encontré en la web del Ministerio de Educación una traducción de “El banquete” o “El Symposium”, uno de los famosos diálogos escritos por Platón. Al leerlo me pareció interesante, pero mi interés llegó al máximo cuando me di cuenta que estaba formulando una teoría sobre el origen y naturaleza del Amor en el ser humano.
El beso, talla en mármol del escultor impresionista Rodin. Muestra la irresistible atracción hacia el otro sexo que Platón intentó explicar en "El Banquete". |
Estos relatos sólo servían para ilustrar, de forma muy pedagógica, algún principio filosófico. El problema es que los que le leyeron en épocas posteriores se los tomaron muy en serio, al pie de la letra. Así por ejemplo todavía hay personas que siguen buscando la Atlántida sumergida y que están convencidas de poder hallarla... Son muy optimistas.
Otra teoría platónica, explicada mediante el mito de la caverna, es que los objetos de este mundo son imperfectos porque son sólo simples reflejos o sombras de los objetos “ideales” que existen en el mundo perfecto de las ideas.
Y si a esta segunda teoría le añadimos la tercera, la del amor, obtendremos la creencia en el “amor platónico” y en la búsqueda de nuestra “media naranja”.
Para entender el concepto del amor que tenía Platón lo mejor es que os reproduzca algunos fragmentos de “El Banquete”. Comienza defendiendo que el Amor, o Eros, es el dios más poderoso y filantrópico, que cura las enfermedades del alma y aporta felicidad a los humanos:
"Pues, a mi parecer, los hombres no se han percatado en absoluto del poder de Eros, puesto que si se hubiesen percatado le habrían levantado los mayores templos y altares y le harían los más grandes sacrificios, no como ahora, que no existe nada de esto. Pues es el más filántropo de los Dioses, al ser auxiliar de los hombres y médico de enfermedades tales que, una vez curadas, habría la mayor felicidad para el género humano."
Más adelante explica la inclinación amorosa de los hombres recurriendo al mito de los andróginos.
La palabra “andrógino” hoy día tiene un significado distinto al que le daba Platón, así que es mejor que lo ignoremos de momento. En la antigua Grecia era equivalente al mito de Hermafrodito, en el que se inspiró Platón.
Hermafrodito era hijo de Hermes y Afrodita, de ahí el nombre, mezcla del de sus padres. Se convirtió en un joven de gran belleza. Un día de calor se acercó a un lago para refrescarse. La náyade Salmacis, que vivía en el lago, al observar su cuerpo desnudo, sintió una atracción irresistible hacia él y trató de conquistarlo. Le abrazó fuertemente, lo arrastró al fondo y suplicó a los dioses que no separaran sus cuerpos. Los dioses, atendieron su súplica y ambos cuerpos se fusionaron para siempre en un solo ser, de doble sexo.
Hermafrodito, escultura griega del período helenístico. Desde este punto de vista es una hermosa joven.
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La misma escultura, desde este otro punto de vista, permite apreciar su carácter masculino. La unión de lo mejor del hombre y de la mujer que supone este mito inspiró a Platón.
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"[...] tres eran los sexos de las personas, no dos, como ahora, masculino y femenino, sino que había, además, un tercero que participaba de estos dos, cuyo nombre sobrevive todavía, aunque él mismo ha desaparecido. El andrógino, en efecto, era entonces una cosa sola en cuanto a forma y nombre, que participaba de uno y de otro, de lo masculino y de lo femenino, pero que ahora no es sino un nombre que yace en la ignominia.”
De acuerdo con la filosofía griega, al ser perfectos estos andróginos eran redondos, la figura perfecta, y caminaban en círculos ayudados con sus cuatro manos y cuatro pies:
“[...] la forma de cada persona era redonda en totalidad, con la espalda y los costados en forma de círculo. Tenía cuatro manos, mismo número de pies que de manos y dos rostros perfectamente iguales sobre un cuello circular. Y sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, una sola cabeza, y además cuatro orejas, dos órganos sexuales.”
Reunían en una sola persona lo mejor de los hombres y las mujeres. Eran tan perfectos que quisieron usurpar el poder de los dioses. Eso era un pecado gravísimo y el castigo fue proporcional a dicha gravedad:
“Eran también extraordinarios en fuerza y vigor y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses. [...] intentaron subir hasta el cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás Dioses deliberaban sobre qué debían hacer con ellos."
Finalmente Zeus decidió partirlos en dos mitades. El resultado fueron unos seres desvalidos, que sólo añoraban reencontrar su otra mitad, “su media naranja” y abrazarse a ella. Ese es el origen innato del amor que sentimos los humanos actuales, fragmentos de aquellos andróginos primigenios:
“[…] los cortaré en dos mitades a cada uno y de esta forma serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por ser más numerosos. Andarán rectos sobre dos piernas [...]
Dicho esto, cortaba a cada individuo en dos mitades. […]
Una vez que fue seccionada en dos la forma original, añorando cada uno su propia mitad se juntaba con ella y rodeándose con las manos y entrelazándose unos con otros, deseosos de unirse en una sola naturaleza [...]
Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana.”
Pero hemos dicho que había tres sexos entre los andróginos. Los que procedían de la división de un andrógino de dos sexos buscaban a su mitad del sexo contrario. Así es como explica el origen del amor heterosexual. Y también del adulterio: como los matrimonios se imponían por conveniencias familiares, el alma seguía buscando su otra mitad.
Pero también da una explicación sobre el origen del amor lésbico y del amor homosexual, el mejor de todos, según Platón:
“[...] cuantos hombres son sección de aquél ser de sexo común que entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres, y pertenecen también a este género la mayoría de los adúlteros; y proceden también de él cuantas mujeres, a su vez, son aficionadas a los hombres y adúlteras. Pero cuantas mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los hombres, sino que están inclinadas a las mujeres, y de este género proceden también las lesbianas. Cuantos, por el contrario, son sección de varón, persiguen a los varones y mientras son jóvenes, al ser rodajas de varón, aman a los hombres y se alegran de acostarse y abrazarse; éstos son los mejores de entre los jóvenes y adolescentes, ya que son los más viriles por naturaleza."
Esto de que los homosexuales son “los más viriles por naturaleza” no fue aceptado por la tradición cristiana posterior, que siempre los consideró afeminados y débiles, que iban “contra natura” por ser incapaces de reproducirse. En la Edad Media se les condenaba a muerte.
En cambio sí que incorporó a su sistema de valores y creencias el concepto del amor platónico. Puede parecer escrito hoy día, pero este fragmento lo escribió Platón:
"[…] llegar a ser uno solo de dos, juntándose y fundiéndose con el amado [...] Amor es, en consecuencia, el nombre para el deseo y la persecución de esa integridad. [...] Yo me estoy refiriendo a todos, hombres y mujeres, cuando digo que nuestra raza sólo podría llegar a ser plenamente feliz si lleváramos el amor a su culminación y cada uno encontrara el amado que le pertenece retornando a su antigua naturaleza."
Un hermoso párrafo, ¿verdad? ¡Cuántos poemas, dramas, novelas, pinturas y esculturas se han inspirado en este anhelo del ser humano a fundirse en uno con su mitad amada! La literatura y el arte habrían perdido un importante volumen de obras si no hubiese existido la creencia en un profundo sentimiento amoroso arraigado en el corazón humano. ¿Qué habría sido del amor cortés y de los trovadores y sus juegos florales? ¿Habrían existido parejas como Don Quijote y Dulcinea, Dante y Laura, Abelardo y Eloísa y más modernamente Machado y Guiomar? No, en absoluto. Y además la vida sería mucho más triste…
Psique reanimada por el Beso de Eros o Amor. Escultura de Antonio Canova, de estilo Neoclásico (siglo XVIII). El amor vence todos los obstáculos y trasciende a la muerte. |
La creencia en aquellos seres ideales de los que provenimos los imperfectos hombres actuales hizo que algunos autores neoplatónicos consideraran como andróginos del cristianismo a Adán antes de la creación de Eva (al arrancarle la costilla Dios le quitó su elemento femenino) y a Cristo. Dan Brown, en su disparatado Código da Vinci, supo sacar partido de esta teoría.
Finalmente hay otra consecuencia importante del texto platónico. Hemos visto que defiende la homosexualidad como la mejor de las opciones amorosas. En el siglo XVI los autores clásicos tenían una enorme autoridad moral entre los intelectuales. Bastaba que algún antiguo filósofo hubiese afirmado algo para que aceptase como cierto e indudable. Y al analizar los textos platónico a favor de la homosexualidad, esta tendencia cobró un auge insospechado.
El Sátiro Barberini es una copia romana de un original griego del siglo II a.C. La pose claramente homoerótica demuestra el concepto que los griegos tenían de la homosexualidad. |
Tanto influjo ejerció que según afirmaba el humanista neoplatónico Marsilio Ficino todos los intelectuales y artistas de Italia eran homosexuales. Bueno, aunque él lo era, exageraba al decir todos. Pero sí que hubo muchísimos a pesar de que las leyes represoras continuaban en vigor e incluso se acrecentaron. Pero eran personajes influyentes y a ellos no les alcanzaba el brazo de la ley. Con los pobres, la cosa era distinta…
Finalmente fue el Concilio de Trento el que puso las cosas “en su sitio”. Acabó con este “prestigio” de la homosexualidad y se volvió a ocultar. Pero siguió existiendo. Un ejemplo lo tenemos en el siglo XVIII con Johann Joachim Winckelmann, creador d la Historia del Arte y del concepto de estilo artístico.
Retrato de Winckelmann realizado por Rafael Mengs. |
La más famosa, pintada hacia 1508-13, es un experimento de claroscuro que será muy imitado posteriormente por los pintores barrocos con Caravaggio a la cabeza.
Es de las pocas obras de Leonardo en que los paisajes de segundo término se ven substituidos por un fondo oscuro. Leonardo enfoca solamente el rostro del profeta con su enigmática sonrisa. Su aspecto andrógino provoca un efecto singularmente inquietante. La mirada es estrábica, pues muestra la embriaguez del amor; el índice señala hacia el cielo, pues el Amor solo se completa en Dios, según enseña el neoplatonismo. Se ha dicho que el modelo fue uno de sus discípulos y amantes, Salai.
La segunda obra de San Juan Bautista, fechada entre 1510-15, acabó siendo una representación de Baco.
El cuadro perteneció a la colección de Francisco I de Francia, último protector de Leonardo y se titulaba San Juan en el desierto. Pero la obra provocaba rechazo por indecorosa: el joven imberbe posee una belleza deliberadamente femenina, un exceso de desnudez y el desierto es un paisaje lleno de vegetación y con un lago.
Por eso en el siglo XVII se le pintó una corona de pámpanos, símbolo de Baco, se le cambió su vestido de piel de oveja por la de pantera y la cruz fue transformada en un tirso, que es la vara de Baco y sus seguidores... Ya no era un tema religioso y ya no era irreverente. El mito del andrógino y la valoración de la homosexualidad habían desaparecido con el cambio de siglo.
Y ya para finalizar, una pregunta: ¿queda algo de todo esto hoy día? La respuesta es que sí. Podría poneros muchos ejemplos pero me quedo sólo con uno: el joven Andrej Pejic se hizo mundialmente famoso en 2010 cuando fue confundido con una mujer en un desfile internacional. De madre serbia y padre croata, ni hombre ni mujer, fue llamado por los periodistas «femiman».
Según el concepto actual Andrej Pejic es un andrógino, algo que tiene poco que ver con el concepto de Platón. Se fotografió desnudo lo que permite apreciar su ambigüedad sexual. |
La ambigüedad, que tanto gusta en las pasarelas de la moda, encontró en él un icono, anunciando sujetadores y transformándose en la novia perfecta para Rosa Clara. Incluso fue elegido como “la mujer más sexy del mundo”.
La belleza ideal platónica y la unión de lo masculino con lo femenino, amasados con el muchísimo dinero que se mueve en las pasarelas, producen estos efectos.
¡Si Platón levantara la cabeza…!
Molt, molt interessant l´article!!!!! Sempre em sorprens gratament... Gracies!!!!
ResponderEliminarMuy interesante, en efecto, y con tantas ilustraciones que nos sitúan. Hace mucho pensé en qué estábamos perdiendo, o se estaba perdiendo, esta larga tradición platónica que nos ha hecho creer y pensar el amor y ha enriquecido toda la cultura. Sin ella ciertamente ni la escultura, ni la pintura y la gran literatura -prácticamente toda porque el platonismo alimenta el neoplatonismo cristiano y, él, todo el renacimiento, y aún antes, el amor cortés- estaríamos huérfanos de tanta belleza. Me gusta pensar que esta base de nuestra cultura puede seguir releyéndose, y me asusta que todo sea vendible o que no tenga ninguna proyección interior, que se consuma y se acabe...
ResponderEliminarGracias por recordarnos de donde venimos y cómo evolucionamos.
Extraordinario blog...muy bien documentado, aprendo mucho mejor la mitología griega... y la explicación de la "media naranja" interesante, creo que no había leído nada sobre este mito...
ResponderEliminarSeguiré leyendo sus blogs....
gracias por transmitirnos sus sabios conocimientos... Ana
Siempre me he interesado por el sentido filosófico de la palabra AMOR. Leí los estudios que publicó Ortega y Gasset y varias obras y artículos más sobre el tema. El último,muy interesante y bien documentado,en El País Semanal del pasado veintiuno de julio. pero lo que nos cuenta el profesor Amillo,"comunicando" como él solo sabe hacerlo,es realmente fascinante. Enhorabuena,amigo Paco.
ResponderEliminarCecilio González