sábado, 23 de marzo de 2013


La colina de la Calavera, el Calvario o el Gólgota.


Francisco Amillo Alegre


Se acerca la Semana Santa y parece oportuno rescatar un escrito que envié hace algún tiempo por email al grupo de amigos cuando aún no teníamos este blog de AGORABÉN. Lo redacté contemplando un cuadro flamenco. Es lo que tiene una buena pintura: si la observas con atención encuentras muchos detalles y si te pones a pensar en ellos pasas muchísimo tiempo absorto en su contemplación. En concreto, lo que sigue a continuación es lo que me vino a la mente contemplando los huesos de la parte inferior: una calavera y un femur humanos. 




Como ya hemos visto en AGORABEN,  “El Descendimiento” del pintor flamenco Rogier van der Weyden, es un cuadro muy importante expuesto en el museo del Prado. La reproducción que sigue a estas líneas está tomada de su página web. La resolución de la imagen es muy alta y si te la descargas la puedes ampliar para ver todos los detalles. 




Contemplando el maravilloso cuadro encontramos en la parte baja, a nuestra izquierda, junto al manto rojo de San Juan, una calavera. Un poco más a la derecha, junto al pie de José de Arimatea, hay un fémur humano. Entre ambos huesos está, atrapando nuestra atención, el manto de la Virgen de color azul lapislázuli, un pigmento muy valioso en aquella época (siglo XV) reservado para personajes muy importantes.

Llaman la atención esa calavera y ese fémur, aparentemente fuera de lugar. Sin embargo son un elemento iconográfico muy frecuente en el arte occidental. Tienen su origen en los evangelios ya que los cuatro evangelistas coinciden en decir que Jesús fue llevado fuera de las murallas de la ciudad, al monte de la Calavera, para ser ajusticiado en la cruz. San Juan añade que en hebreo ese monte se llamaba “Gólgota” que significa “calavera” en esa lengua. 
La tradición añadió que en una parte de esa colina había una roca cuya forma recordaba una calavera. También se decía que el sepulcro de Cristo, regalo de José de Arimatea (un personaje muy rico, por lo que van der Weyden le pone una vestimenta muy lujosa) estaba muy cerca del lugar de la crucifixión, en la misma colina.

Posteriormente la iconografía cristiana interpretó la calavera como restos de Adán, padre del género humano que nos abrió las puertas del infierno con su pecado original que todos heredamos. Su presencia enaltecía la figura de Cristo que con su muerte nos abría las puertas del cielo y nos daba una nueva vida, la eterna, muy superior a la terrenal que nos había dado Adán.


¿Dónde está actualmente la colina de Gólgota? 
En el siglo IV, hacia el 325, Santa Elena pensó que había encontrado ese lugar, hizo excavarlo y encontró tres cruces, una de las cuales dijo que era la de Cristo. 
Gelasio de Cesarea, discípulo del famoso Eusebio de Cesarea, en su "Historia de la Iglesia", escrita hacia el 390, explica cómo había llegado a esa conclusión:  
Alrededor del mismo período, Elena, la madre de Constantino, una mujer incomparable por fe, religiosidad, inigualable grandeza moral, se fue de viaje [...] a Jerusalén y allí se informó entre sus habitantes acerca del lugar en el que el cuerpo de Jesús había sido clavado a la cruz. Este lugar era muy difícil de localizar porque los primeros perseguidores [los romanos] habían erigido allí una estatua a Venus, ya que, cuando un cristiano quería venerar a Cristo en aquel lugar, parecía que rendía culto a Venus. Por esta razón, aquel lugar era poco frecuentado y casi había caído en el olvido. Pero cuando, como se decía, la pía mujer se dirigió al lugar que le había sido indicado por una señal celestial, hizo derribar cuanto había de vergonzoso y penoso y removió la construcción hasta lo profundo.”


Descubrimiento de las tres cruces por Santa Elena. Miniatura del Libro de las Horas de Turín, realizada por el gran pintor flamenco del siglo XV Jan van Eyck, de la generación anterior a van der Weyden.


Así pues Santa Elena hubo de excavar los cimientos de un templo de Venus, del siglo II de nuestra era, para poder encontrar el sepulcro y tres cruces, una de las cuales fue identificada con la de Cristo. 

¿Cómo supo cual era la verdadera? En el siglo XIII Jacobo de la Voragine en su obra “Leyenda áurea” explicaba que Santa Elena mandó detener un cortejo fúnebre que pasaba por allí y acercar el muerto a cada una de las cruces. Ante la última, el difunto resucitó. 
Bueno, puedes comprobar que es una explicación dada novecientos años después de los hechos y sin citar ninguna fuente de información por lo que no se necesita hacer ningún comentario sobre su fiabilidad. Así que seguimos sin saber cómo Santa Elena averiguó cual de las tres cruces era la de Cristo...


Volviendo al siglo IV y a la desaparecida colina del Gólgota, conviene recordar que el hijo de Santa Elena, el emperador Constantino, mandó edificar en el lugar excavado por su madre la basílica del Santo Sepulcro (326 - 335) que ha sufrido tantas modificaciones posteriores que resulta difícil adivinar su estructura basilical del siglo IV. 


Estado actual del interior de la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.


Exterior actual de la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.


Pero dicha basílica está dentro de las murallas de Jerusalén desde hace muchos siglos. Eso contradecía lo que dicen los evangelios y también la ley judía, que prohibía ejecuciones y entierros dentro de los muros de la ciudad. 
Por eso surgieron numerosos escépticos respecto a que el Gólgota hubiese estado en la basílica constantiniana del Santo Sepulcro. Para muchos lo lógico era buscar otra ubicación. 
En Wikipedia podemos leer: “En 1885, Charles Gordon sugirió una localización distinta para el Calvario. La tumba del jardín se encuentra al norte del Santo Sepulcro, en las afueras de la Puerta de Damasco, datado en el período del Imperio bizantino. El jardín posee un risco que contiene dos grandes huecos que parecen los ojos de una calavera.

Afortunadamente la Arqueología contemporánea nos ha echado una mano. El 6 de noviembre de 2012 el diario alemán Die Welt publicaba un artículo que fue traducido al castellano por Terrae Antiqvae. 
Nos explica que los hallazgos arqueológicos apoyan la idea tradicional de que el sitio donde se alza la Iglesia del Santo Sepulcro es el lugar donde se encontraba antiguamente el Gólgota o Calvario. 

Jerusalén sufrió una gran destrucción por las legiones romanas de Tito en el siglo I de nuestra era. En el siglo siguiente, tras la revuelta de Bar Kojba, entre el 132 y 135 d.C., los romanos volvieron a destruirla, esta vez completamente. El emperador Adriano construyó en su lugar la ciudad de Aelia Capitolina, prohibiendo a los judíos vivir en ella bajo pena de muerte. En esta gran ciudad de Adriano se erigió un templo a Venus (Afrodita) para borrar las huellas de los lugares sagrados de judíos y cristianos, que para los romanos de la época eran la misma cosa.

El artículo concluye diciendo que “el Gólgota no estaba justo al lado de la muralla construida por Herodes, sino probablemente en una cantera de piedra que fue rellenada bajo Adriano para poder erigir su templo principal [a Venus] en la ciudad nueva. El historiador Gehrke establece que toda la información que actualmente se conoce, los datos y los escritos, apoyan la tesis de que el lugar donde Jesús fue ejecutado y enterrado es donde está ubicada la iglesia de Constantino. Eso hace que Juan y otros evangelistas estén en lo correcto: Jesús murió fuera de las puertas de la ciudad.

Es decir: la colina del Gólgota había desaparecido en el siglo I al ser utilizada por los romanos como cantera y en su hueco se construyó en el siglo II el templo de Venus y sobre él Constantino edificó la basílica en el siglo IV. 

Una historia agitada, la de esta colina... y que en el terreno artístico ha dejado una iconografía abundantísima en pintura, escultura, grabado, etc. El Calvario es un tema reproducido en todos los tiempos y lugares, siempre visto por el prisma subjetivo del artista. Por eso cada calvario es diferente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario