SOBRE LA PESTE NEGRA
Francisco Amillo
En la charla de ayer, miércoles día 20, el ponente nos habló sobre enfermedades y hospitales en el Camino de Santiago. Como el tema era muy amplio y el tiempo limitado, algunas aspectos quedaron sólo esbozados y voy a intentar remediarlo.
Referente a la epilepsia no es que los medievales fuesen más tontos por considerarla una enfermedad sagrada. Era ésta una creencia muy arraigada en la Grecia Clásica que luego pasó a Roma y de ella a la Edad Media. Y eso a pesar de que Hipócrates (460-370 a. C.) había escrito: "Me parece que la llamada enfermedad sagrada no es más divina que cualquier otra. Tiene una causa natural, al igual que las restantes enfermedades. Los hombres creen que es divina precisamente porque no la conocen."
Pero una cosa es lo que escribía un científico y otra lo que la gente seguía creyendo. Una prueba de que, a principios de nuestra Era, la mentalidad popular no había cambiado la tenemos en el libro de los "Hechos de los Apóstoles". Allí se cuenta un milagro que realizó San Pablo y por causa del cual estubo a punto de perder la vida.
Me explico. Había un señor que tenía una esclava epiléptica que, cuando tenía sus accesos de crisis, profería palabras sin sentido, que para la gente era un mensaje de los dioses que hablaban a través de ella. Su amo cobraba suculentas recompensas. San Pablo curó su enfermedad y el amo de la esclava vio que perdía un fabuloso negocio. Así que lo denunció a las autoridades que lo encarcelaron y azotaron. Al enterarse después que Pablo era ciudadano romano les entró miedo, lo liberaron y le conminaron a abandonar la ciudad.
El relato del libro es el siguiente: "Sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.» Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió. Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.» La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel [...] Los lictores transmitieron estas palabras a los pretores. Les entró miedo al oír que eran romanos. Vinieron y les rogaron que saliesen de la ciudad".
Por tanto, si en las cultas Grecia y Roma existían estas creencias populares sobre el origen de la epilepsia ¿por qué no iban a continuar en la Edad Media que fue su heredera cultural?
Respecto a la Peste Negra que golpeó Occidente a partir de 1348, conviene señalar que no era una enfermedad nueva. Los testimonios más antiguos de la misma se han hallado en la ciudad de los obreros de Ajetatón (Egipto), hacia el 1300 a. C. Eso ha llevado a suponer que su origen esté en la rata del Nilo y no en la negra europea.
La presencia de la peste ha sido recurrente a lo largo de la historia. Se suele indicar que una de las causas de la terrible crisis del siglo III en el Imperio Romano, que acabó con su desintegración, fue la peste bubónica del año 180.
El final de las guerras de conquista había supuesto la escasez de esclavos y por tanto el sistema productivo empezaba a apoyarse en la población libre. Pero esta fue diezmada por la peste con lo que la producción agrícola e industrial decayó, y la crisis y las revueltas sociales se generalizaron. La recaudación estatal también cayó en picado y el Estado Romano fue incapaz de mantener el orden, sus instituciones y fronteras. El ataque de los pueblos germánicos, "los bárbaros", supuso el golpe de gracia para el Imperio Romano.
Por otro lado los historiadores aceptan de forma generalizada que la peste de Justiniano (siglo VI) se trató de la peste bubónica. Fue una pandemia que afectó en los años 541 y 542 al Imperio Romano de Oriente, más conocido como Imperio bizantino.
La plaga se inició en el Alto Egipto y se desplazó hacia el norte llegando a la capital del imperio, Constantinopla. La causa estaba en el tráfico comercia por el Nilo y el Mediterráneo. Constantinopla importaba grandes cantidades de cereales desde Egipto para alimentar a sus habitantes. Las naves que transportaban el grano contaminaron la ciudad con ratas y pulgas que portaban la peste bubónica. Es uno de los mecanismos de transmisión que luego se dieron en 1348.
Respecto a la peste de Justiniano el historiador Procopio narraba que mató 10.000 personas diarias en la ciudad. No había tiempo ni lugar para enterrar tantos cadáveres y se abandonaban en el campo.
Esta peste tuvo efectos catastróficos sobre la economía, al disminuir los ingresos por impuestos, causando graves conflictos internos y provocando la retirada de las legiones bizantinas de Italia cuando prácticamente habían reconquistado toda la península.
El objetivo de Justiniano de reconstruir el antiguo Imperio Romano fracasó por esta causa y la historia tomó un rumbo nuevo. Una pregunta que podemos hacernos es ¿se habría expandido el Islam con tanta facilidad sin esta crisis del Imperio Bizantino?
La pandemia extendió por los puertos del Mediterráneo llegando hasta el norte (Dinamarca) y al oeste (Irlanda). Continuó con brotes locales y esporádicos hasta el año 767. Entre las víctimas importantes de la pandemia está el Papa Pelagio II, muerto en 590.
Respecto a la Peste Negra, se difundió en Europa Occidental en 1348 procedente de Asia y fue traída a Italia en un navío genovés. Hizo morir unos 25 millones de personas, aunque con diferencias.
Era tan grande la cantidad de muertes que resultaba complicado enterrar todos los cadáveres. |
En las zonas rurales la incidencia fue menor, pero alcanzó proporciones dramáticas en las ciudades. La causa estaba en los contactos comerciales y humanos con el exterior. Mientras estos eran casi inexistentes en muchas áreas rurales, prácticamente autosuficientes desde el punto de vista alimenticio, en las ciudades era imprescindible traer el cereal de otras regiones. Además en ellas la población estaba hacinada en calles estrechas, sin alcantarillado, con escasísima higiene personal y con numerosos animales domésticos. Era un medio ideal para que ratas y pulgas (los vectores del bacilo Yersinia pestis) campasen a sus anchas. Así no es de estrañar que Estella, ciudad del Camino de Santiago y por tanto abierta a todo tipo de gentes, tuviese una mortalidad "superior al 70 %" según A. Ubieto.
Se piensa que en 1348 se manifestaron dos tipos de peste, que en realidad eran dos formas de contraerla, pero era la misma enfermedad: pulmonar y bubónica.
- La Peste pulmonar se contraía cuando la Yersinia pestis infectaba los pulmones de persona a persona a través del aire, al inhalarla suspendida en las gotas minúsculas que se forman en las vías respiratorias de una persona (o animal) que sufre la peste y eran expulsadas con la respiración o la tos. Se requería un contacto directo y cercano con una persona o animal enfermo, lo que suele ocurrir con los familiares. Por eso se decía que cuando la peste entraba en una casa morían todos. La peste pulmonar era mortal en el 100 % de los casos.
- La Peste bubónica se contraía cuando una pulga de una rata infectada por el bacilo, picaba a una persona. También se contraía al ingerir alimentos contaminados con el microorganismo (comer animales muertos de peste) o por contacto en algún corte en la piel. A los pacientes se le hinchaban y dolían los ganglios (llamados bubones), tenían fiebre, mareos, sabores metálicos, dolor de cabeza, escalofríos y se sentían débiles. Esta variante era mortal en un 80 % de los casos.
La peste se convirtió en una enfermedad endémica europea hasta el siglo XVIII, en el que desapareció de esta zona geográfica, pero quedó en otras partes del mundo. Algunos hechos históricos, como la peste que padeció la Contrarmada Inglesa que pretendió invadir España aprovechando el fracaso de la Armada Invencible, tuvieron consecuencias enormes. España pudo expulsar a los ingleses, diezmados por la peste.
Sobre su desaparición se han dado diversas causas. Una la sustitución de la rata negra (con tendencia a vivir en graneros y casas humanas) por la actual parda (con tendencia a vivir en cloacas), que es inmune a la enfermedad y por tanto no la transmite.
El mecanismo de transmisión era el siguiente: las pulgas que habían picado a una rata negra enferma, marchaban de ella al morir y si se hospedaban en un humano el contagio era seguro.
También influyeron en la desaparición de la peste las medidas sanitarias como las cuarentenas, que impedían el acceso de los extranjeros y sobre todo el aumento de la higiene pública, que hizo que las ciudades fueran menos insalubres.
La ciencia de aquella época no pudo combatir la enfermedad de forma efectiva porque desconoció sus causas.
Protección de los médicos que atendían apestados. Para no respirar el aire maloliente, que creían era la causa de la peste, ponían en el extremo del pico paños empapados en perfume.
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Finalizaré este post con dos textos de la época, para que veáis cuales eran las creencias sobre el origen de esta enfermedad.
En el libro Vitae Papae Avinonensium se decía: "Corrió el rumor que algunos criminales, y en particular los judíos, echaban veneno en los ríos y en las fuentes. En realidad la peste provenía de las constelaciones o de la venganza divina."
Pero no sólo los clérigos creían en causas astrales. La universidad de París explicaba así las razones de la peste: "Afirmamos que la causa lejana y primera de esta peste ha sido y es todavía alguna constelación celeste (…) la cual junto con ciertos eclipses es la causa real de la corrupción mortífera del aire que nos rodea y presagia la mortandad y el hambre. Creemos que la presente epidemia o peste proviene directamente del aire corrompido (…) Este aire así corrompido, atraído por la respiración penetra en el corazón, vicia la sustancia del aliento y pudre como consecuencia de la humedad todo lo que le rodea (…).Cuando la epidemia procede de la voluntad divina no podemos sino aconsejar el recurrir humildemente a esta misma voluntad, sin olvidar, sin embargo, las prescripciones médicas."
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