miércoles, 13 de febrero de 2013


TOMBUCTÚ Y SU ARQUITECTURA DE BARRO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.


Francisco Amillo Alegre

La reciente guerra de Mali nos ha permitido recordar la historia de Tombuctú y su interesantísimo patrimonio cultural (biblioteca andalusí y arquitectura de barro) protegido por la UNESCO.





Mezquita Al Yannah de Tombuctú, un ejemplo de arquitectura de barro en la que la madera de acacia crea unos elegantes efectos.



La mítica ciudad de TOMBUCTÚ, que pertenecía a Mali, cambió de manos a principios de 2012 cuando una parte de ese país se proclamó independiente. Los hechos se iniciaron cuando los tuareg, agrupados en el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), se sublevaron contra el gobierno central de Mali. Contaron con la ayuda de grupos islamistas como Ansar Dine y Al Qaeda del Magreb Islámico.

El 22 de marzo se produjo un golpe de estado que derribó a Amadou Toumani Touré, presidente de Mali. La inestabilidad subsiguiente fue aprovechada por los tuareg que conquistaron Tombuctú el 1 de abril. El día 6 proclamaron unilateralmente su independencia de Malí y la creación del Estado Independiente de Azawad. No hubo reconocimiento internacional alguno, con lo que la región era independiente de facto aunque según la legalidad internacional seguía perteneciendo a Malí. Pero su gobierno era incapaz de recuperarla.


La situación adquirió un giro inesperado cuando tropas francesas intervinieron en el conflicto en enero de 2013 y gracias a su ayuda el gobierno de Mali empezó a recuperar el territorio de Azawad. Tombuctú fue liberada el 28 de enero.

Este corto período de independencia “de facto” fue terrible desde el punto de vista humanitario y cultural. Los tuareg tenían una visión más laica del nuevo estado mientras que su aliada Al Qaeda defendía el integrismo islámico. Hubo enfrentamientos armados entre los antiguos aliados que culminaron con el triunfo islamista a finales de junio de 2012 y la expulsión de los tuareg.

El nuevo gobierno actuó de forma lamentable desde el punto de vista humanitario. A las destrucciones, inseguridad, carencia de medicamentos y hambre provocados por la guerra se unió una feroz represión política e ideológica: asesinato de opositores, lapidaciones de mujeres, amputaciones de manos… todo porque tenían un concepto diferente de lo que es el Islam.

Con los islamistas llegó una nueva amenaza para el patrimonio cultural: El 30 de junio anunciaban su interés en destruir los 333 mausoleos de la ciudad, por considerar que los peregrinajes a estos lugares eran "contrarios al islam" ya que debían aplicar  en Mali la sharia  (ley islámica).

Primero destruyeron el "Monumento de la Independencia de Tombuctú", una antigua estatua ecuestre en la que descabezaron al jinete destrozando también la plaza que lo rodeaba. Después demolieron siete mausoleos, entre ellos los de Sidi Mahmud y Sidi Moctar.





Yihadistas destruyen un mausoleo en Tombuctú





El 23 de diciembre  reemprendieron la destrucción de más mausoleos, unos monumentos singulares, muchos de ellos construidos en la Edad Media, cuando Tombuctú era uno de los grandes emporios comerciales del mundo.

Por suerte la intervención francesa frenó esta absurda orgía de destrucciones. Al recuperarse la ciudad la comunidad internacional constató con alivio que los daños sufridos por el patrimonio artístico de Tombuctú durante el asedio y ocupación de los yihadistas fueron menores de lo que se temía. Respecto a los monumentos, habrá que reconstruir 11 tumbas y mausoleos, lo que costará entre cuatro y cinco millones de euros, según la Unesco. Pero no se ha perdido este patrimonio arquitectónico.

Tampoco han salido tan malparados como se temía los libros de la famosa biblioteca andalusí. En un primer balance, se estima que se han perdido entre 2.000 y 3.000 de los 300.000 manuscritos. Eso fue debido a que desde finales de agosto de 2012 un grupo de responsables de las 32 bibliotecas familiares de la ciudad sacaron de manera discreta y a bordo de vehículos todoterreno el 80 % de los manuscritos, tal como contaba en el diario «Le Monde» Jean-Michel Djian.


La mítica ciudad de Tombuctú.
La importancia económica, cultural y patrimonial de Tombuctú es un legado que arranca de la Edad Media cuando se convirtió en la intermediaria entre el mundo subsahariano de raza negra (en árabe Sudan-es-Bilad, la tierra de los negros), y el norteafricano, de religión musulmana. Desde ella se exportaban las riquezas subsaharianas: el oro de las orillas del Níger, el marfil, las plumas de avestruz y los esclavos negros. Y por ella se recibían las riquezas europeas, africanas y orientales: la sal (que valía lo mismo que el oro y se cambiaban al peso), las especias, tejidos lujosos de Egipto y de Asia, las alfombras, dátiles, bisutería, cacharros de cobre, etc.

Las rutas de caravanas paraban en Tombuctú y se aprovisionaban en ella después de un agotador viaje por el Sahara o se aprovisionaban antes de adentrarse en ese terrible desierto rumbo al Norte (Marruecos, Argel, Egipto, etc). Allí se concentraban productos de todo el mundo creando una gran prosperidad.

El resultado de esta prosperidad económica fue la creación de importantes mezquitas y una de las primeras universidades de África. Durante el siglo XIV se construyeron la muralla actual y la primera mezquita.

Tuvo su mayor esplendor durante el reinado de los Askia (1493-1591), con más de 100.000 habitantes de diversas etnias. Estudiantes de todo el mundo islámico acudieron a la Universidad de Sankore y a las 180 madrazas con las que contaba la ciudad, donde se enseñaba teología, ley islámica y literatura a unos 25.000 alumnos.

Resulta curioso pero es cierto: hubo una intensa relación entre el reino nazarí de Granada y Tombuctú. El oro del Níger, conseguido con el comercio, sirvió para pagar los monumentos nazaríes (por ejemplo la Alhambra) y las parias a los reyes castellanos.
Cuando este comerció falló, dejó de llegar el oro y se acabaron las parias. Por eso la tan citada frase de Boabdil “En Granada ya no se labra oro para los cristianos” podía sonar a chulería pero era la descripción de la realidad: no labraban oro porque el oro del Níger ya no llegaba a la corte nazarí.

Es también de destacar la presencia del granadino Abu Isaq Es Saheli en el reino de Mansa Mussa. Le conoció en su peregrinación a La Meca de 1330 y se incorporó a su corte donde brilló como poeta, pero sobre todo como arquitecto original por su estilo inconfundible. Combinó un núcleo interno de mampostería con un recubrimiento exterior de barro y madera de acacia y también muros que sólo eran de adobe, más frágiles y ligeros. Levantó grandes estructuras con estos materiales pobres pero logrando un efecto ornamental inigualable. Al hacer aflorar las vigas de madera de la estructura consiguió unos efectos de luz y sombra y una combinación cromática y de texturas espléndida. Sus edificios, sobre todo la mezquita de Djingareyber, en Tombuctú, le convirtieron en una referencia constructiva ya que su estilo arquitectónico se extendió por toda la región.

La Mezquita de Djingareyber en Tombuctú.

El testimonio más famoso sobre la grandeza de Tombuctú se debió al granadino Hassan Ibn Muhammad al Wazzani, conocido en España como León el Africano: "En Tombuctú se alzan una mezquita extraordinaria y un palacio majestuoso" (…) Los habitantes, y especialmente los extranjeros que viven aquí, son extraordinariamente ricos".

En el siglo XVI muchos moriscos granadinos se instalaron en la ciudad y con ellos trajeron sus libros escritos en árabe, considerados un bien muy valioso transmitido de generación en generación. Fueron tantos y de tanta calidad estos manuscritos que, según se indica en Wikipedia: “A fines de septiembre de 2003, se terminó la construcción de la «Biblioteca Andalusí de Tombuctú», donde se albergan más de 300.000 volúmenes con manuscritos de tan rica cultura, pertenecientes en su mayoría a los siglos XV y XVI. «La Caravana del manuscrito andalusí» es un documental de Lidia Peralta que narra la historia de estos manuscritos.”


La importante biblioteca andalusí de Tombuctú corrió grave peligro de destrucción aunque finalmente se salvó la mayor parte de ella gracias a la intervención decidida de un grupo de personas que pusieron en peligro sus vidas. ¿Por qué el integrismo islámico rechaza aquella tradición del Islam medieval, culto y tolerante, que consideraba los libros como uno de los bienes más preciados? ¿Por qué alguien puede ver un libro como un enemigo?



La arquitectura de barro, Patrimonio  de la Humanidad.

La declaración de Tombuctú como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 reconocía la existencia de un interesante conjunto arquitectónico basado en materiales pobres: el barro y la madera. Y la reciente  guerra en Mali nos ha vuelto a recordar esta arquitectura del barro, que durante siglos fue despreciada por Occidente aunque hoy día, afortunadamente,  ha sido reconocida en todo su valor. Vamos a ver a continuación cómo sucedió eso.

La primera sistematización de la teoría del Arte se realizó en el siglo XVIII. En aquel momento la vida cultural se caracterizaba por dar una importancia extraordinaria al mundo clásico. Era el período que hoy conocemos como Neoclasicismo.
Los tratadistas neoclásicos clasificaron los materiales arquitectónicos en ricos y pobres. El barro estaba entre los segundos y se asociaba a una arquitectura popular, carente de valor artístico porque no seguía los modelos clásicos.

No se dieron cuenta que el barro se había utilizado en edificios que sí se consideraban artísticos. En las iglesias románicas, por ejemplo, los muros eran muy gruesos y podían alcanzar en algunos puntos hasta 6 metros de ancho. Pero no eran de piedra maciza: las caras exteriores estaban hechas con sillares de piedra, muy bien trabajados y escuadrados, pero entre ambas se ponían los trozos de piedra que habían sobrado al tallar los sillares mezclados con tierra apisonada. El resultado era una construcción más barata y más ligera que la pura piedra.

Otro ejemplo puede ser la gran muralla china. Exteriormente es, según tramos, de piedra caliza, granito o ladrillo. Esta diversidad es consecuencia de la utilización de los elementos naturales de la zona y dada la enorme longitud de esta construcción, atravesaba territorios con materiales muy distintos. Pero interiormente también se rellenó  de arcilla y arena con varias paredes de ladrillo.

El mayor desarrollo de la arquitectura del barro se produjo fuera de Europa, en Arabia y en África Central. Allí adquirió unas características muy peculiares que aún conserva.
 


Shiban es una ciudad  del Yemen que está construida con barro con una sorprendente arquitectura de pisos elevados que la convirtió en la ciudad de rascacielos más antigua del mundo.

Un tercio de la población mundial sigue viviendo en edificios construidos total o parcialmente de tierra, siguiendo técnicas muy variadas según regiones.
La tierra se puede utilizar en forma de adobes (ladrillos de barro secados al sol) o con tapial (barro prensado dentro de un encofrado de madera). Este tipo de arquitectura representa el 20 por ciento de los sitios culturales de la UNESCO inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.


Muro de adobe que ha perdido parte del enlucido de barro que lo protege de la erosión de los agentes atmosféricos.


Construcción de un muro de tapial: se coloca un encofrado de madera y dentro de él se prensa el barro. Cuando se seca se retira el encofrado y se monta encima. Los agujeros sirven para sujetar el encofrado introduciendo rodillos de madera.


Muro de tapial sobre un zócalo de mampostería para la cimentación. Se observan los orificios utilizados para el soporte del encofrado y de los andamios.

La UNESCO destaca que es importante estudiar y preservar este patrimonio histórico, pero hay que considerar también su valor económico y ecológico. El barro es un material que siempre está próximo y disponible y por tanto es barato. Su utilización evita el transporte de materiales de construcción, muy caros en ciertas partes del mundo. Además, las paredes en tierra poseen excelentes propiedades térmicas, protegiendo el interior de las viviendas del calor del verano y del frío del invierno.

En España se han  utilizado estos materiales desde tiempos inmemoriales, aunque su mayor desarrollo vino en la época árabe cuando no sólo se construyeron casas de adobe y tapial sino también mezquitas e incluso torres  defensivas y murallas. Para preservar el barro de la erosión provocada por los agentes atmosféricos se extendió la costumbre de encalar los edificios de este material. La blancura inmaculada de los pueblos de época islámica se ha continuado en Andalucía. Esa blancura la vemos sólo hoy como un valor estético. Altea, por ejemplo, se ha autodenominado “La villa Blanca” y sus ordenanzas obligan a pintar de blanco las fachadas. Sin embargo en su origen tenía un valor funcional.
Aún hoy se conservan numerosas viviendas rurales hechas de barro y madera cuyos muros de adobe son una excelente barrera contra las temperaturas extremas.


Edificio hecho en barro, en Shibam, Yemen. © UNESCO, David Hicks

El arquitecto egipcio Hassan Fathy (1900-1989) impulsó la arquitectura sostenible o ecológica en el siglo XX apoyándose en las técnicas egipcias tradicionales de construcción en tierra. Creó un estilo contemporáneo de arquitectura árabe de gran eficacia funcional y mostró la importancia de preservar los elementos constructivos ancestrales como la bóveda de Nubia, que utiliza ladrillos de barro para construir tejados curvos. Su trabajo inspiró a arquitectos contemporáneos como Rem Koolhaas, Alvaro Siza y Wang Shu.

En gran parte del mundo, la arquitectura en tierra genera cohesión social ya que se sigue produciendo y manteniendo por toda la comunidad. Así por ejemplo las mezquitas de Tombuctú fueron construidas con la participación de todo el pueblo dirigidos por albañiles expertos. Y después su mantenimiento se ha realizado a través de los siglos por toda la comunidad de los fieles. La temporada de lluvias deshace la capa de barro superficial que las recubre por lo que, al llegar la estación seca, es necesario darles un nuevo enlucido de barro. Y eso se hace de forma colectiva.

1 comentario:

  1. He podido ver esta arquitectura de barro en los pueblos bereberes del sur de Marruecos. Allí casi todas las construcciones son de barro y paja y efectivamente son termorreguladoras.
    Saludos

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