TOMBUCTÚ Y SU ARQUITECTURA DE BARRO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.
Francisco
Amillo Alegre
La reciente guerra de Mali nos ha permitido recordar la historia de Tombuctú y su interesantísimo patrimonio cultural (biblioteca andalusí y arquitectura de barro) protegido por la UNESCO.
Mezquita Al Yannah de Tombuctú, un ejemplo de
arquitectura de barro en la que la madera de acacia crea unos elegantes efectos.
La mítica
ciudad de TOMBUCTÚ, que pertenecía a
Mali, cambió de manos a principios de 2012 cuando una parte de ese país se
proclamó independiente. Los hechos se iniciaron cuando los tuareg, agrupados en
el Movimiento Nacional para la
Liberación del Azawad (MNLA), se sublevaron contra el gobierno central de
Mali. Contaron con la ayuda de grupos islamistas como Ansar Dine y Al Qaeda del
Magreb Islámico.
El 22 de
marzo se produjo un golpe de estado que derribó a Amadou Toumani Touré,
presidente de Mali. La inestabilidad subsiguiente fue aprovechada por los
tuareg que conquistaron Tombuctú el 1 de abril. El día 6 proclamaron
unilateralmente su independencia de Malí y la creación del Estado Independiente
de Azawad. No hubo reconocimiento internacional alguno, con lo que la región era
independiente de facto aunque según la legalidad internacional seguía
perteneciendo a Malí. Pero su gobierno era incapaz de recuperarla.
La situación adquirió
un giro inesperado cuando tropas francesas intervinieron en el conflicto en
enero de 2013 y gracias a su ayuda el gobierno de Mali empezó a recuperar el
territorio de Azawad. Tombuctú fue liberada el 28 de enero.
Este corto
período de independencia “de facto”
fue terrible desde el punto de vista humanitario y cultural. Los tuareg tenían
una visión más laica del nuevo estado mientras que su aliada Al Qaeda defendía
el integrismo islámico. Hubo enfrentamientos armados entre los antiguos aliados
que culminaron con el triunfo islamista a finales de junio de 2012 y la
expulsión de los tuareg.
El nuevo
gobierno actuó de forma lamentable desde el punto de vista humanitario. A las
destrucciones, inseguridad, carencia de medicamentos y hambre provocados por la
guerra se unió una feroz represión política e ideológica: asesinato de
opositores, lapidaciones de mujeres, amputaciones de manos… todo porque tenían
un concepto diferente de lo que es el Islam.
Con los
islamistas llegó una nueva amenaza para el patrimonio cultural: El 30 de junio
anunciaban su interés en destruir los 333 mausoleos de la ciudad, por
considerar que los peregrinajes a estos lugares eran "contrarios al
islam" ya que debían aplicar en Mali la sharia (ley islámica).
Primero
destruyeron el "Monumento de la Independencia de Tombuctú", una
antigua estatua ecuestre en la que descabezaron al jinete destrozando también
la plaza que lo rodeaba. Después demolieron siete mausoleos, entre ellos los de
Sidi Mahmud y Sidi Moctar.
Yihadistas
destruyen un mausoleo en Tombuctú
El 23 de
diciembre reemprendieron la destrucción
de más mausoleos, unos monumentos singulares, muchos de ellos construidos en la
Edad Media, cuando Tombuctú era uno de los grandes emporios comerciales del
mundo.
Por suerte la
intervención francesa frenó esta absurda orgía de destrucciones. Al recuperarse
la ciudad la comunidad internacional constató con alivio
que los daños sufridos por el patrimonio artístico de Tombuctú durante el
asedio y ocupación de los yihadistas fueron menores de lo que se temía. Respecto a los monumentos, habrá que
reconstruir 11 tumbas y mausoleos, lo que costará entre cuatro y cinco millones
de euros, según la Unesco. Pero no se
ha perdido este patrimonio arquitectónico.
Tampoco han salido tan malparados como se temía los
libros de la famosa biblioteca andalusí. En un primer balance, se estima que se han perdido entre 2.000 y
3.000 de los 300.000 manuscritos. Eso fue debido a que desde finales de agosto de 2012 un
grupo de responsables de las 32 bibliotecas familiares de la ciudad
sacaron de manera discreta y a bordo de vehículos todoterreno el 80 % de los
manuscritos, tal como contaba en el diario «Le Monde» Jean-Michel Djian.
La mítica ciudad de Tombuctú.
La
importancia económica, cultural y patrimonial de Tombuctú es un legado que
arranca de la Edad Media cuando se convirtió en la intermediaria entre el mundo
subsahariano de raza negra (en árabe Sudan-es-Bilad,
la tierra de los negros), y el norteafricano, de religión musulmana. Desde ella
se exportaban las riquezas subsaharianas: el oro de las orillas del Níger, el
marfil, las plumas de avestruz y los esclavos negros. Y por ella se recibían
las riquezas europeas, africanas y orientales: la sal (que valía lo mismo que
el oro y se cambiaban al peso), las especias, tejidos lujosos de Egipto y de Asia,
las alfombras, dátiles, bisutería, cacharros de cobre, etc.
Las rutas de
caravanas paraban en Tombuctú y se aprovisionaban en ella después de un
agotador viaje por el Sahara o se aprovisionaban antes de adentrarse en ese terrible
desierto rumbo al Norte (Marruecos, Argel, Egipto, etc). Allí se concentraban
productos de todo el mundo creando una gran prosperidad.
El resultado
de esta prosperidad económica fue la creación de importantes mezquitas y una de
las primeras universidades de África. Durante el siglo XIV se construyeron la
muralla actual y la primera mezquita.
Tuvo su mayor
esplendor durante el reinado de los Askia (1493-1591), con más de 100.000
habitantes de diversas etnias. Estudiantes de todo el mundo islámico acudieron
a la Universidad de Sankore y a las 180 madrazas con las que contaba la ciudad,
donde se enseñaba teología, ley islámica y literatura a unos 25.000 alumnos.
Resulta
curioso pero es cierto: hubo una intensa relación entre el reino nazarí de
Granada y Tombuctú. El oro del Níger, conseguido con el comercio, sirvió para
pagar los monumentos nazaríes (por ejemplo la Alhambra) y las parias a los
reyes castellanos.
Cuando este
comerció falló, dejó de llegar el oro y se acabaron las parias. Por eso la tan
citada frase de Boabdil “En Granada ya no se labra oro para los cristianos”
podía sonar a chulería pero era la descripción de la realidad: no labraban oro
porque el oro del Níger ya no llegaba a la corte nazarí.
Es también de
destacar la presencia del granadino Abu
Isaq Es Saheli en el reino de Mansa Mussa. Le conoció en su peregrinación a
La Meca de 1330 y se incorporó a su corte donde brilló como poeta, pero sobre
todo como arquitecto original por su estilo inconfundible. Combinó un núcleo
interno de mampostería con un recubrimiento exterior de barro y madera de
acacia y también muros que sólo eran de adobe, más frágiles y ligeros. Levantó
grandes estructuras con estos materiales pobres pero logrando un efecto
ornamental inigualable. Al hacer aflorar las vigas de madera de la estructura
consiguió unos efectos de luz y sombra y una combinación cromática y de
texturas espléndida. Sus edificios, sobre todo la mezquita de Djingareyber, en
Tombuctú, le convirtieron en una referencia constructiva ya que su estilo
arquitectónico se extendió por toda la región.
La Mezquita de Djingareyber en Tombuctú.
El testimonio
más famoso sobre la grandeza de Tombuctú se debió al granadino Hassan Ibn
Muhammad al Wazzani, conocido en España como León el Africano: "En Tombuctú se alzan una mezquita extraordinaria
y un palacio majestuoso" (…) Los habitantes, y especialmente los
extranjeros que viven aquí, son extraordinariamente ricos".
En el siglo
XVI muchos moriscos granadinos se instalaron en la ciudad y con ellos trajeron
sus libros escritos en árabe, considerados un bien muy valioso transmitido de
generación en generación. Fueron tantos y de tanta calidad estos manuscritos
que, según se indica en Wikipedia: “A fines de septiembre de 2003, se terminó
la construcción de la «Biblioteca Andalusí de Tombuctú», donde se albergan más
de 300.000 volúmenes con manuscritos de tan rica cultura, pertenecientes en su mayoría
a los siglos XV y XVI. «La Caravana del manuscrito andalusí» es un documental
de Lidia Peralta que narra la historia de estos manuscritos.”
La
importante biblioteca andalusí de Tombuctú corrió grave peligro de destrucción
aunque finalmente se salvó la mayor parte de ella gracias a la intervención
decidida de un grupo de personas que pusieron en peligro sus vidas. ¿Por qué el
integrismo islámico rechaza aquella tradición del Islam medieval, culto y
tolerante, que consideraba los libros como uno de los bienes más preciados?
¿Por qué alguien puede ver un libro como un enemigo?
La arquitectura de barro,
Patrimonio de la Humanidad.
La declaración de Tombuctú como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 reconocía la existencia de un interesante conjunto arquitectónico basado en materiales pobres: el barro y la madera. Y la reciente guerra en Mali nos ha vuelto a recordar esta arquitectura del barro, que durante siglos fue despreciada por Occidente aunque hoy día, afortunadamente, ha sido reconocida en todo su valor. Vamos a ver a continuación cómo sucedió eso.
La primera
sistematización de la teoría del Arte se realizó en el siglo XVIII. En aquel
momento la vida cultural se caracterizaba por dar una importancia
extraordinaria al mundo clásico. Era el período que hoy conocemos como
Neoclasicismo.
Los
tratadistas neoclásicos clasificaron los materiales arquitectónicos en ricos y
pobres. El barro estaba entre los segundos y se asociaba a una arquitectura
popular, carente de valor artístico porque no seguía los modelos clásicos.
No se dieron
cuenta que el barro se había utilizado en edificios que sí se consideraban
artísticos. En las iglesias románicas, por ejemplo, los muros eran muy gruesos
y podían alcanzar en algunos puntos hasta 6 metros de ancho. Pero no eran de
piedra maciza: las caras exteriores estaban hechas con sillares de piedra, muy
bien trabajados y escuadrados, pero entre ambas se ponían los trozos de piedra
que habían sobrado al tallar los sillares mezclados con tierra apisonada. El
resultado era una construcción más barata y más ligera que la pura piedra.
Otro ejemplo puede
ser la gran muralla china. Exteriormente es, según tramos, de piedra caliza,
granito o ladrillo. Esta diversidad es consecuencia de la utilización de los
elementos naturales de la zona y dada la enorme longitud de esta construcción,
atravesaba territorios con materiales muy distintos. Pero interiormente también
se rellenó de arcilla y arena con varias paredes de ladrillo.
El mayor
desarrollo de la arquitectura del barro se produjo fuera de Europa, en Arabia y
en África Central. Allí adquirió unas características muy peculiares que aún
conserva.
Shiban
es una ciudad del Yemen que está
construida con barro con una sorprendente arquitectura de pisos elevados que la
convirtió en la ciudad de rascacielos más antigua del mundo.
Un tercio de la población
mundial sigue viviendo en edificios construidos total o parcialmente de tierra,
siguiendo técnicas muy variadas según regiones.
La tierra se puede utilizar
en forma de adobes (ladrillos de barro secados al sol) o con tapial (barro
prensado dentro de un encofrado de madera). Este tipo de arquitectura representa
el 20 por ciento de los sitios culturales de la UNESCO inscritos en la Lista
del Patrimonio Mundial.
Muro de
adobe que ha perdido parte del enlucido de barro que lo protege de la erosión
de los agentes atmosféricos.
Construcción
de un muro de tapial: se coloca un encofrado de madera y dentro de él se prensa
el barro. Cuando se seca se retira el encofrado y se monta encima. Los agujeros
sirven para sujetar el encofrado introduciendo rodillos de madera.
Muro de
tapial sobre un zócalo de mampostería para la cimentación. Se observan los
orificios utilizados para el soporte del encofrado y de los andamios.
La UNESCO destaca que es
importante estudiar y preservar este patrimonio histórico, pero hay que considerar
también su valor económico y ecológico. El barro es un material que siempre
está próximo y disponible y por tanto es barato. Su utilización evita el transporte
de materiales de construcción, muy caros en ciertas partes del mundo. Además,
las paredes en tierra poseen excelentes propiedades térmicas, protegiendo el interior
de las viviendas del calor del verano y del frío del invierno.
En España se han utilizado estos materiales desde tiempos
inmemoriales, aunque su mayor desarrollo vino en la época árabe cuando no sólo
se construyeron casas de adobe y tapial sino también mezquitas e incluso
torres defensivas y murallas. Para
preservar el barro de la erosión provocada por los agentes atmosféricos se
extendió la costumbre de encalar los edificios de este material. La blancura
inmaculada de los pueblos de época islámica se ha continuado en Andalucía. Esa
blancura la vemos sólo hoy como un valor estético. Altea, por ejemplo, se ha
autodenominado “La villa Blanca” y sus ordenanzas obligan a pintar de blanco
las fachadas. Sin embargo en su origen tenía un valor funcional.
Aún hoy se conservan
numerosas viviendas rurales hechas de barro y madera cuyos muros de adobe son
una excelente barrera contra las temperaturas extremas.
Edificio hecho en barro, en
Shibam, Yemen. © UNESCO, David Hicks
El arquitecto egipcio
Hassan Fathy (1900-1989) impulsó la arquitectura sostenible o ecológica en el
siglo XX apoyándose en las técnicas egipcias tradicionales de construcción en
tierra. Creó un estilo contemporáneo de arquitectura árabe de gran eficacia
funcional y mostró la importancia de preservar los elementos constructivos
ancestrales como la bóveda de Nubia, que utiliza ladrillos de barro para
construir tejados curvos. Su trabajo inspiró a arquitectos contemporáneos como
Rem Koolhaas, Alvaro Siza y Wang Shu.
En gran parte del mundo,
la arquitectura en tierra genera cohesión social ya que se sigue produciendo y
manteniendo por toda la comunidad. Así por ejemplo las mezquitas de Tombuctú
fueron construidas con la participación de todo el pueblo dirigidos por
albañiles expertos. Y después su mantenimiento se ha realizado a través de los
siglos por toda la comunidad de los fieles. La temporada de lluvias deshace la
capa de barro superficial que las recubre por lo que, al llegar la estación
seca, es necesario darles un nuevo enlucido de barro. Y eso se hace de forma
colectiva.
He podido ver esta arquitectura de barro en los pueblos bereberes del sur de Marruecos. Allí casi todas las construcciones son de barro y paja y efectivamente son termorreguladoras.
ResponderEliminarSaludos