viernes, 5 de abril de 2013


EL BOSCO (± 1450 – 1516)


Francisco Amillo


El pasado miércoles, día 3 de abril, en nuestra reunión semanal, estuvimos viendo la vida y la obra del Bosco, un pintor de la escuela de los Primitivos Flamencos que es muy conocido por sus pinturas llenas de seres extraordinarios, de monstruos y objetos y situaciones absurdas. Por eso su obra se ha calificado de "surrealista" y de "expresionista", dos movimientos de las vanguardias del siglo XX, lo que es una prueba de su gran modernidad a pesar de ser de finales del siglo XV o de principios del XVI.



Para ver algunas de sus obras PINCHA AQUÍ.



Jeroen van Aeken, utilizó como nombre artístico el de Hieronymus Bosch aunque es más conocido en España como “El Bosco". Bosch alude a su lugar de nacimiento, la localidad denominada, según países, Hertogenbosch, Den Bosch y también Bois-le-Duc. 

Se conocen pocos detalles de su vida y de su formación. Hijo de un pintor de origen alemán instalado en el ducado de Borgoña, aprendió el oficio en el taller familiar. A la muerte del padre su hermano mayor heredó el taller por lo que él, como pintor, no podía usar su apellido y adoptó el de su ciudad natal además de latinizar su nombre.  

Se sabe que en torno a 1480 casó con Aleyt van der Mervenne, hija de un burgués acomodado que le dejó unas tierras con las que su familia tenía sus necesidades económicas cubiertas. El Bosco podía aceptar sólo los encargos que fuesen de su agrado. Por esto desarrolló en su obra una serie de ideas que se apartaban de los usuales dictados eclesiásticos.

En 1486 ingresó en la Vrouwe broederschap (cofradía de Nuestra Señora), a la que pertenecía su esposa, posiblemente para protegerse de la inquisición a causa de sus creencias religiosas y lo “extraño” de sus pinturas. Esta cofradía era una asociación dedicada al culto de la Virgen, obras de caridad y representaciones sagradas. 
El Bosco vivió en un ambiente de intensa devotio moderna, una corriente mística muy difundida en los Países Bajos. Defendía la importancia del sentimiento religioso sobre las acciones rutinarias y criticaba a la jerarquía eclesiástica por ocuparse de los bienes materiales y no de la vida espiritual. Pocos años más tarde estas ideas acabarían desembocando en la Reforma Protestante.
El Bosco participaba de esta visión espiritual de la vida y veía con desagrado cómo la sociedad se dedicaba a acumular bienes materiales y al placer pecaminoso, descuidando su alma y arriesgándose a tener una vida eterna de terribles tormentos. 
Por eso los protagonistas de sus cuadros son el pecado y su castigo en el infierno. El camino para evitarlos está en sus tablas, fustigando vicios y con vidas de santos dedicados a la meditación, a los que debemos imitar. La misma finalidad tienen las de la Pasión de Cristo, que deben hacernos meditar sobre su sufrimiento redentor.

Entre 1500 y 1504 es probable que hiciera un viaje a Venecia. En esta ciudad hay muchas obras suyas de los primeros años del siglo XVI. El viaje cambió su estilo, que se hizo más renacentista, con figuras monumentales situadas en espléndidos paisajes.

En agosto de 1516 falleció y su funeral se celebró en la capilla de Nuestra Señora, de la que era cofrade. En los archivos de la cofradía escribieron: «Obitus fratrum Hieronimus Aquen alias Bosch, insignis pictor» que demuestra que gozó de una gran reputación como pintor.


El Bosco realizó una pintura original, tanto en los aspectos formales como en los conceptuales. 

Desde el punto de vista técnico se caracteriza por pintar alla prima, es decir, con la primera pincelada de óleo, sin demasiados retoques, aunque antes de la ejecución hacía un concienzudo y detallado proyecto. 
Innova, asimismo, en la gama de colores, con tonalidades más contrastadas y atrevidas. 
Conserva, sin embargo, las siguientes características formales propias de los primitivos flamencos:
- Minuciosidad: obras de factura detallada y delicada, de pequeña escala.
 - Luminosidad: efectos lumínicos sorprendentes. 
- Colorido: muy variado, 
- Dibujo extraordinario.

Pero donde destaca el Bosco es en la extraordinaria originalidad de los temas y en el modo de desarrollarlos ya que rompe con el estilo tradicional de Flandes y crea un estilo que podríamos calificar de “surrealista” porque toma objetos reales pero dándoles un sentido nuevo: así en el infierno la liebre caza al hombre y los instrumentos musicales sirven para torturar. 
Pero sobre todo es “expresionista” ya que para él el mensaje religioso que nos quiere transmitir es más importante que las formas pictóricas (luz, color, dibujo, perspectiva, etc.) 
Aun así su originalidad, que hace que hoy día sus cuadros resulten tan atractivos, radica en su lenguaje artístico, es decir en su modo de expresar esas ideas. Recurre al uso de 
 alegorías (representaciones de ideas abstractas por medio de figuras humanas o de animales personificados) y símbolos. Por ello la interpretación de sus obras ofrece grandes dificultades.
El Bosco se centró principalmente en representar los vicios
 de la época por lo algunos autores lo han tachado de sádico y pervertido ya que parece que encuentre placer en representar el mal y los castigos. Representa el pecado, la violencia, el vicio, la brutalidad... Los personajes que utiliza son bufones, locos, borrachos, monjes pervertidos... Si a ello se unen sus representaciones de monstruos aberrantes y sus escenas inmorales entenderemos que en su época algunos calificasen sus obras de DISPARATES, pues no tenían precedente en la historia de la pintura. 

Estilísticamente se aparta del realismo típico de la pintura flamenca porque para expresar mejor el mundo del pecado se sirve de la invención y el capricho, dando vida a monstruos y seres fantásticos, mezcla de hombre, de animal, de vegetal o de objetos. Por ello algunos de sus cuadros tienen una atmósfera surrealista que los hace tan atractivos en la actualidad. 

Casi todos los críticos están de acuerdo en que tenía una mala opinión de la época que le tocó vivir y así lo manifestó en sus tablas. Se burla de la sociedad, que él consideraba estúpida y mezquina. Para él el mundo era una farsa y estaba plagado de lujuria y de maldad, realizando con su pintura una crónica de la vida llena de ironía.

El Bosco quiso expresar su juicio sobre su época utilizando el medio que mejor sabía utilizar: la pintura. Pero no se valió de un sistema de formas comprensible para todos, sino que recurrió a un lenguaje particular, repleto de símbolos, que para el observador actual no siempre significan lo que aparentan a primera vista. 

Se inspiró en la iconografía popular de su época, lo que explica que, a pesar de lo sorprendente de sus imágenes, la temática de sus obras está profundamente enraizada en su tiempo. Respecto a sus imágenes más terroríficas hay que tener presente que se publicaron varios libros de visiones apocalípticas y que cuando tenía 18 años ocurrió el saqueo de Gante, próxima a Hertogenbosch, con numerosas ejecuciones, torturas e incendios, lo que le debió inspirar las dantescas imágenes del infierno que aparecen en sus tablas.

Aunque tuvo en vida  detractores, también contó con grandes admiradores. En España fue apreciado por la casa real:
- Felipe el Hermoso y su hermana Margarita fueron sus clientes y tenían pinturas suyas en España.
- Felipe II (1527–1598) compró un gran número de tablas del Bosco para el Palacio del Escorial. “El Jardín de la Delicias” estaba en sus habitaciones privadas, en el dormitorio. Gracias a esto entre El Escorial y el Museo del Prado se guarda la mejor colección mundial de obras del Bosco. 


Influyó en pintores de su época como Pieter Brueghel el Viejo y en el siglo XX en expresionistas como Ensor, o surrealistas como Max Ernst y Dalí.



Algunas de sus obras más importantes.

No fechó ninguno de sus cuadros y solo firmó algunos.

Epifanía, 1475-80. Museum of Art, Philadelphia.
Un Bosco joven que muestra su cariño y ternura en la representación del Niño Dios, que tiende sus brazos hacia el rey mago. San José permanece discretamente en el fondo. Es uno de sus primeros trabajos y su estilo aún no está definido. Como los pintores flamencos se muestra detallista pero sin dominio del espacio pictórico de Eyck o Weyden.

Extracción de la piedra de la locura (M. del Prado, hacia 1475-80. Óleo sobre madera de roble, 48,5 cm x 34,5 cm
Esta obra lleva una inscripción, en caracteres góticos, alrededor de la escena que dice: “Maestro, quítame pronto esta piedra. Mi nombre es Lubbert Das (= tonto)”. Vemos a un cirujano que extrae la “piedra de la locura” a un paciente. Va ataviado con traje largo y un embudo en la cabeza y de su cinturón cuelga una bolsa de dinero. Un fraile con una jarra y una mujer con un libro en la cabeza contemplan la intervención.
La mayoría de los críticos interpreta la escena como una burla a la medicina de la época y a la creencia, muy común en diversos proverbios flamencos, de que la locura, entendida como estupidez o ignorancia, podía curarse mediante una operación por la que se extrae una piedra de la cabeza. Desde tiempos prehistóricos se han practicado trepanaciones del cráneo con éxito. Según algunos seguidores del médico griego Claudio Galeno (120-199 d.J.C.) "la piedra maligna de la epilepsia" podía ser operada. Hacia el año 900, el médico persa Rhazes denunciaba que: "Algunos de los curanderos milagrosos afirman sanar la epilepsia y hacen una abertura en forma de cruz en la parte posterior de la cabeza y simulan extraer algo ¡que ya tenían anteriormente en la mano...!" Hasta bien entrado el siglo XVIII existía la figura de "sanadores de hernias y sacadores de piedras" del gremio de los sangradores y barberos que recorrían las provincias como curanderos ambulantes y se ganaban la vida gracias a la charlatanería y a la sugestión. 
El embudo invertido que porta el cirujano parece aludir a que es él el verdadero loco, mientras que la mujer con el libro en la cabeza que contempla asombrada la escena quizá simbolice la verdadera ciencia. El tulipán sobre la mesa hace referencia al dinero de la operación, símbolo del beneficio que percibirá el cirujano, aludiéndose a su condición de estafador.
La denuncia de la avaricia está muy clara en la bolsa del cirujano y la estafa está simbolizada por el cuchillo que atraviesa la bolsa del crédulo paciente.

Algunos investigadores afirman que el tema representado es en realidad el de la castración:
- El Dr. Rof Carballo afirma que en la Baja Edad Media existió un afán de castración cuya finalidad era obtener la ascesis eliminando del cuerpo aquello que pueda ser fuente de desvarío o de pasión. Seguían el ejemplo de Orígenes, el Padre de la Iglesia del siglo III que se automutiló para evitar el pecado.
- L. Brand Philipp, resalta que lo que se extrae de la cabeza del paciente no es una piedra sino una FLOR, un símbolo de la reproducción.


El Carro del Heno, 1502. M. del Prado.
El heno simboliza el carácter efímero, pasajero de la vida y los placeres, con una doble fuente de inspiración:
- Un pasaje de Isaías, “Toda carne es heno y toda gloria como las flores del campo”, es decir, la vida es efímera.
- Un proverbio flamenco de la época del Bosco: “El mundo es un carro de heno del que cada uno toma lo que puede”. 
En la parte alta de la tabla central se lee “Venid todos por heno en gran cantidad, yo os daré bastante y no hay que pagarlo”.

El tríptico cerrado: El caminante. Representa al hombre en su paso por el mundo, al que acechan multitud de peligros. 

El tríptico abierto:
- Hoja izquierda. En la parte superior Dios expulsando del cielo a los ángeles caídos que se van transformando en demonios. Luego vienen la creación del hombre, el pecado y la expulsión del paraíso. 
- Hoja derecha. El castigo del pecado en el infierno, visto como una ciudad ardiendo y los demonios construyendo una torre como la de Babel.
La tabla central, la más importante, representa Jesucristo mostrándonos sus llagas y mirando dolorido a la humanidad enloquecida por coger el heno, símbolo de la riqueza y los placeres efímeros. El carro es tirado por seres monstruosos identificados como alegorías de los vicios.
Alrededor del carro están representados todos los estratos de la sociedad porque toda la humanidad hace lo que sea alcanzar su parte de heno. Los más poderosos, a la izquierda del cuadro, son el emperador, el rey de Francia y el Papa que no tienen problemas para alcanzar su “ración de placer”, mientras que las clases menos pudientes tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonios para poder alcanzar algunos de esos placeres.
Coronando el carro, una pareja de enamorados es tentada por un diablo que los anima a pecar; al otro lado, un ángel custodio ruega a Dios por las almas de los pecadores.
En toda la obra están presentes la lujuria, la avaricia, la ambición y la brutalidad del género humano.


El Jardín de las Delicias, 1503. M. del Prado.
En ninguna otra obra utiliza el Bosco su sistema simbólico con tanta amplitud y maestría como en este tríptico que representa la lujuria. Es un sermón gráfico a través del cual recuerda lo efímero de los placeres terrenales y los castigos por su abuso.

Tríptico cerrado: La Creación. 
La escena explica, con bastante sencillez, la escena de la creación del mundo en el tercer día de la creación, presidida por Dios Padre. La imagen que representa del mundo es la medieval aunque ya se había descubierto América: un disco plano rodeado de una capa rígida, el firmamento del cielo y un mar inferior.  El mundo aparece dentro de una esfera de cristal, símbolo de su fragilidad.

Tríptico abierto:
- Hoja izquierda: Paraíso Terrenal, representando la creación de Eva bajo la mirada de Adán. Están rodeados de un paisaje fantástico, lleno de bestias salvajes y de extraños animales con partes de diferentes seres. En el centro un estanque con la fuente de la vida. Es la imagen del hombre antes del pecado, conservando la inocencia que Dios le había otorgado.
- Hoja derecha: Representa los castigos y tormentos del infierno de un modo que puede resultar hasta humorístico. El negro y el rojo sustituyen a la alegre claridad de las otras tablas. Los objetos cotidianos aparecen desmesurados y adquieren funciones nuevas.
- Tabla Central: la más extraña y compleja, desarrolla el tema del pecado de la lujuria, consecuencia de la pérdida de la inocencia original. Representa el mundo terrenal como  “El Jardín de las delicias”, con un gran número de escenas alusivas al placer carnal. 
Está estructurada en tres planos. 
1) Parte inferior: Los hombres y mujeres del primer término están degustando u ofreciendo varios tipos de frutas: cerezas, frambuesas, uvas, fresas, manzanas, etc., que según la mentalidad popular de la época son símbolos del placer sexual y del sexo femenino. Hay también peces y un mejillón que tienen idéntico significado y algunas escenas de coito heterosexual y homosexual bastante explícitas. 
2) Parte central: en un segundo término, los vicios giran alrededor de la Fuente de la Juventud, montados en animales como dromedarios, toros, avestruces, unicornios, etc., que aluden a las tentaciones que se ofrecen a la juventud.
3) Parte superior: al fondo está representado el Estanque del Adulterio, con grandes fuentes, características del Bosco, formadas de la combinación de elementos vegetales incoherentes. Junto a ellas la humanidad entregada a la lujuria en todas sus formas.


Las tentaciones de San Antonio, 1505. Museo Nacional de Arte Antiga, Lisboa. 
En esta obra el Bosco expone su personal visión de la maldad que rige el mundo. El tema es el de San Antonio, el primer ermitaño, que tuvo que sufrir duros ataques del demonio lo que le ofrece buenos recursos para plasmar el mal en sus diferentes versiones. El Bosco se destaca por representar a los santos como personas corrientes (como Matthias Grünewald, pero lo contrario de van Eyck) y tan vulnerables que nos inspiran compasión y simpatía.

En la tabla izquierda se representa el vuelo de San Antonio, con el que el demonio quiere aterrorizarlo, y su posterior caída. 
La tabla central contiene escenas con todas las posibilidades de perversión que se le ofrecen al ermitaño:
- En el centro de la tabla aparece San Antonio, arrodillado delante del crucifijo desoyendo las proposiciones lúbricas de una mujer. Detrás del santo una escena alusiva a la tentación del juego. Por la izquierda se le acercan todo tipo de criaturas del maligno, que vienen a torturar al santo.
- Arriba: a la izquierda el incendio del mundo y a la derecha naves diabólicas y fantásticas tiran fuego y vapores que simbolizan el vicio y el pecado que llenan el mundo.
- Abajo: a la derecha una misa negra, en la que el diablo aparece como puerco. Las brujas y magos de este aquelarre aparecen con aspecto espeluznante: cuerpos deformes y máscaras que combinan elementos vegetales, animales y objetos de uso común (cántaros, escudos, embudos...).
La tabla derecha representa a San Antonio meditando mientras el demonio le tienta ofreciéndole los placeres de la lujuria y la gula. 

Los personajes de la obra están aludiendo constantemente al sexo, al juego, a la gula y a todo tipo de vicios y pecados capitales que pueden tentar al santo. Son figuras imaginarias y monstruosas que dan lugar a un mundo desgarrado, extravagante y grotesco. El símbolo del pájaro representa al sexo masculino y el del pescado al sexo femenino. 


Las tentaciones de San Antonio, 1510.  70 x 51 cm. El Prado.
Es otra versión del mismo tema, una de sus últimas obras, en la que aparece la iconografía utilizada por el pintor a lo largo de su obra pictórica. Pero ahora las figuras son mayores y se mezcla lo real y lo fantástico dibujando una escena insólita. 
El santo, que aparece en primer plano ya anciano, incrementa su fe ante los ataques del diablo. Está meditando apoyado en un tronco de árbol seco. El  paisaje (agua, vegetación, etc.) simbolizan el desierto en que permaneció veinte años en soledad (desierto = lugar deshabitado), y que sólo está poblado por los demonios que le van a tentar, convertidos en atributos identificativos del santo, lo mismo que el cerdo.
Es obra de madurez y autógrafa, de gran calidad técnica. Felipe II la envió al Escorial y de ahí pasó al Museo del Prado.


La adoración de los magos, 1510. (Museo del Prado)
En las tablas laterales están los donantes arrodillados junto a sus santos patronos en pie, San Pedro y Santa Inés. La identidad de los donantes se consigue a través de los escudos heráldicos que les acompañan. 
La tabla central representa la adoración de los magos. Le regalan una imagen del sacrificio de Isaac, lo que simboliza el futuro sacrificio de Jesucristo. A pesar del destartalado aspecto del establo, todas las figuras tienen las actitudes solemnes propias de una ceremonia religiosa. 
El Bosco pintó diversas escenas de la Adoración de los Magos que, al parecer, son sus obras más antiguas y de formas más devotas que las posteriores. Mantiene los convencionalismos medievales de los primitivos flamencos. A pesar de las apariencias, el Bosco era muy religioso y no aceptaba la corrupción que se había generado en el seno de la Iglesia. A principios del siglo XVI existía en los países nórdicos un descontento generalizado con la manera de vivir de los eclesiásticos, surgiendo una corriente que buscaba la unión directa con Dios, sin la ayuda de la jerarquía eclesiástica corrupta. El Bosco participaba de esta corriente que originó, pocos años después de su muerte, la reforma protestante. 



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